Mientras la crisis económica arrecia con una inflación despiadada, el escepticismo domina y en ciudades como Caracas, Maracaibo o San Cristóbal no hay ambiente de campaña.
“No voy a votar porque no creo en la transparencia del CNE (Consejo Nacional Electoral)”, dijo a la AFP Nerver Huerta, diseñador gráfico de 38 años.
Pero otras organizaciones y dirigentes opositores compiten por cuenta propia.
Quienes rechazan ir a las urnas tildan de “fraudulentos” los comicios del 15 de octubre, en los que el chavismo arrasó con 18 de 23 gobernaciones.
Cambio de centros de votación a última hora, adulteración de actas y clientelismo adujeron los partidos de Henrique Capriles, Leopoldo López -en arresto domiciliario- y Henry Ramos Allup para marginarse.
Su objetivo son las presidenciales de fines de 2018, que según analistas y líderes opositores podrían adelantarse al primer trimestre.
“La ausencia de los principales partidos y la presión de la maquinaria chavista hacen inviable que la oposición pueda mantener siquiera la mitad de las alcaldías que controla”, dijo a la AFP Eugenio Martínez, experto electoral.
Al contrario, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) “mejorará sus cuotas de poder”, añade.
De los 335 municipios que elegirán alcaldes por cuatro años, el oficialismo gobierna 242 y la oposición 76. Los demás son manejados por disidentes o independientes.