Por Juan Gómez
La sucesión gubernamental en Zacatecas comenzó hace mucho tiempo. Fue y es el signo inequívoco de un mal gobierno que se combina con la terca impopularidad de un gobernador que no estaba preparado para gobernar y que además, no tiene identidad ni compromiso por el desarrollo de su estado.
Ciertamente que David Monreal Ávila llegó en un momento muy complicado en Zacatecas. Era una etapa que terminaba con un gobernador priista, Miguel Alonso Reyes, que dejaba endeudado al estado y en medio del escándalo de la corrupción, y la llegada de otro priista, Alejandro Tello Cristerna, atrapado en la debacle de un PRI decadente y la llegada de un revanchista Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, David no supo capitalizar el gobierno de López Obrador y ahora se encuentra entre las promesas de Claudia Sheinbaum y a prácticamente dos años de concluir un sexenio que, dicho sea de paso, la mayoría de los zacatecanos ya quieren que termine.
En este contexto de las obras magnas que todo gobernador lleva a cabo para ser recordado, David se equivocó de proyecto, porque la resurrección de la construcción de la presa Milpillas y el Hospital de Tercer Nivel en Guadalupe, no están en su ruta de las megaobras, sino el segundo piso o viaducto elevado.
El proyecto personal del mandatario estatal, es la obra que fue suspendida definitivamente por un juez federal, y que es rechazada mayoritariamente por los zacatecanos, por ser innecesaria y carecer de un proyecto integral, así como de los permisos para su ejecución. Eso está comprobado en el litigio que perdió en tribunales.
En este escenario se fortalece una sucesión adelantada en la actual administración, en la que morenistas como el diputado Ulises Mejía Haro o la senadora Verónica Díaz Torres, utilizan sus relaciones personales y políticas para ganarse la confianza y el apoyo de Claudia Sheinbaum, ante la mirada del legislador Alfonso Ramírez Cuéllar que busca afanoso un punto de apoyo en Zacatecas para mostrarse.
En el Partido del Trabajo no canta mal las rancheras la senadora Geovanna Bañuelos, quien a golpe de boletines y de espacios en algunos medios de comunicación, tanto en Zacatecas como en la Ciudad de México, se abre camino para ganar un guiño de la presidenta.
En el Partido Verde Ecologista de México quien nuevamente levantó la mano es el diputado Carlos Puente Salas, quien estaba en la barra que prefirió tomarse la foto con Andy López Beltrán e ignorar el saludo a la presidenta Sheinbaum en el Zócalo de la Ciudad de México.
En la periferia de la oposición, quien se encuentra en plena campaña por una candidatura al gobierno del estado, es el alcalde panista de Zacatecas, Miguel Varela Pinedo, aunque en el afán descuide atender su responsabilidad en la capital.
Entre los panistas quien podría figurar como una carta importante es la diputada federal Noemí Luna Ayala, pero no encuentra la forma de consolidar una presencia en el congreso o quizá, tiene un acuerdo con Varela para cederle el paso.
Entre los priistas quien hace todo lo posible por figurar entre los candidateables es el diputado local Carlos Peña Badillo, aunque la senadora Claudia Anaya Mota contempla ir por la revancha en el 2027.
En Movimiento Ciudadano las piezas se mueven en favor de Adolfo Bonilla Gómez, quien puede conjuntar, unir a la sociedad zacatecana, en un frente opositor que mezcle no solo la inconformidad sino las voluntades para sacar adelante a un Zacatecas estancado y saqueado por diversos partidos.
Así va la sucesión adelantada en Zacatecas.
Al tiempo.