Por Juan Antonio Pérez
La victoria de la candidata independiente a la secretaría general del SPAUAZ, Jenny González Arenas fue todo un acontecimiento en el seno de la máxima casa de estudios del estado de Zacatecas. Se impuso sobre el candidato del entonces rector Rubén Ibarra, luego de creer que se conducía en caballo de hacienda. La diferencia fue mínima, y por ello, hubo quienes prefirieron considerarla ilegítima.
Los estatutos de este sindicato contienen un sistema de conformación de su comité ejecutivo, que garantiza que las diferentes expresiones vean reflejada su nivel de penetración en la base sindical. Las posiciones se asignan en base a una lista jerárquica prevista también en el mismo ordenamiento legal. Así las cosas, el grupo impulsor de Jenny obtiene cinco carteras, una de las cuales es la Secretaría General, mientras que el grupo apoyado por la rectoría obtiene también cinco posiciones una de las cuales es la segunda en importancia: la Coordinación de Asuntos Laborales y Educación Sindical. La undécima posición la ocupa una representante de la tercera planilla en competencia.
Cada miembro de la planilla puede ocupar el puesto para el que es postulado y no otro. El sistema es justo, al menos a mi me lo parece. Si se quiere culpar a alguien el Ing. José Alberto Barrón, el bibliotecario Javier Aguiñana García (QEPD) y quien esto escribe, aceptaremos gustosos la responsabilidad.
La elección fue un hito en la historia del sindicato, por primera vez en mucho tiempo la cabeza de la organización no es patrimonio de la rectoría, y por primera vez también, la dirección es femenina. Pero ocurre otra particularidad, y es que seis de las once posiciones son ocupadas por mujeres, las cuales coinciden en la visión sindical, y se inicia una ola de desacuerdos al interior del comité ejecutivo en la que mujeres y varones se encuentran en bandos opuestos. La labor sindical se entorpece, se hace lenta y difícil, tortuosa.
Se inicia el proceso de reforma estatutaria con dos propuestas: una por bando, y ante la posibilidad de que la propuesta del grupo que comanda Jenny sea la elegida, el grupo del rector impide por todos los medios que se celebre la asamblea general, esa por la que ahora claman. No conformes, y siendo el titular de prensa y propaganda miembro de este grupo, se imprime y publica su propuesta bajo el título apócrifo “Estatutos Reformados”.
La decisión de estallar la huelga constituyó un triunfo porque rompe el paradigma del sindicato controlado por la patronal. Si el arribo de Jenny era ya una afrenta, la huelga colocó la cereza en el pastel. Más aún, la falta de responsabilidad y de preparación de la administración, evidente y públicamente atrajo la simpatía de parte del comité que se consideraba contraria. La representación rectoral fue vapuleada y ridiculizada por la claridad de las integrantes del comité ejecutivo, lo que hizo crecer a Jenny en popularidad.
El programa de trabajo de Jenny no se ha cumplido, y de eso se ha encargado el bloque opositor. Los procesos legales, administrativos, penales y laborales están perdidos desde antes de ser iniciados, pero nunca creyeron que podían ganar. La ganancia consiste en maniatar al comité y la razón, o por lo menos una de ellas, es la que relato a continuación.
Jenny es una amenaza para el agotado sistema de grupos políticos que ha dominado la dinámica universitaria en las cuatro últimas décadas. Un sistema agotado y sucio. Es además un peligro para la irresponsabilidad del gobierno estatal.
Al perder la cabeza del comité ejecutivo del SPAUAZ, se perdió el control sobre los recursos financieros de la Fundación, un sistema de ahorro del personal académico. Controlar estos recursos permitía encubrir la incapacidad de gestión de la rectoría mediante préstamos sin plazo ni interés, con pérdida para los ahorros de los miembros.
El entreguismo de los comités ejecutivos previos contribuyó a la pauperización del trabajo académico, básicamente por la inmovilidad y la ausencia de combatividad. Eso se hizo notorio cuando el SPAUAZ, con Jenny a la cabeza, trajo a la memoria de los sindicalizados derechos ganados, violentados y prácticamente olvidados.
Al exigir claridad sobre las finanzas universitarias, se revelan las redes de complicidad de la rectoría con el Gobierno del Estado, que se niega a cumplir su compromiso de equiparar el subsidio estatal con el federal.
Al hacer públicas las deliberaciones de la Coordinadora de Delegaciones se desaparece la opacidad cómplice de las anteriores direcciones sindicales con la administración universitaria.
Jenny toma la iniciativa de adquirir un inmueble que permitiría tener asambleas de gran asistencia sin depender de las instalaciones institucionales. No consulta la compra en asamblea dado lo enrarecido del ambiente por la actitud beligerante del grupo opositor.
Se toma entonces la decisión de impedir que el comité ejecutivo del SPAUAZ no trabaje, que las diferencias con las anteriores direcciones sindicales no sean visibles, de lo contrario, se perderá el control de una vez y para siempre.
Se explica así el encono y el dispendio de recursos universitarios, humanos y financieros, dedicados a la cáustica labor de lanzar acusaciones calumniosas, argumentos ad hominem, interpretaciones dolosas, verdades a medias, embustes completos, insultos, dicterios y vituperios. Todo ello a través de páginas apócrifas, perfiles falsos, videos infamantes,montajes elaborados con inteligencia artificial, técnicas de investigación policiaca y hasta biográfica. Toda una persecución orquestada a través de una maquinaria bien entrenada para provocar y conducir la discusión de nivel universitario hacia el intercambio de escupitajos corrosivos. En fin, el llamado a la violencia como instrumento para la victimización, ¿es esa la universidad que el pueblo de Zacatecas merece?
La responsabilidad de alimentar, atenuar o desaparecer a este grupo de golpeadores digitales corresponde al rector electo y a su equipo. Tiene la oportunidad de producir un hito en la vida universitaria, dando paso y respeto a la vida sindical saludable, democrática e independiente. Puede también pasar, como tantos, al lado gris de la historia de nuestra Alma Mater, a la lista insulsa y larga de los rectores con poder y sin sombra.