PRISMA EMPRESARIAL/ Los programas sociales y la deuda pública
GERARDO FLORES LEDESMA
NUNCA, como ahora, un gobierno en México había destinado tantos recursos a sus programas sociales, Hoy tenemos más de 80 modelos vigentes que van desde madres solteras y personas ni estudian ni trabajan, hasta los más importantes que absorben más del 70% del gasto previsto para 2024.
Además de las pensiones que se entregan a millones de adultos mayores y que año con año aumentan tanto en población como en monto a entregar de manera mensual, hay otros programas sociales que implican transferencias del gobierno.
Ahí están Sembrando vida; Jóvenes construyendo el futuro; el Programa de becas de educación básica y la Beca universal para el Bienestar Benito Juárez de Educación Media Superior.
En el mismo tenor y en el terreno educativo sobresalen la Beca para el Bienestar Benito Juárez de Educación Superior; el Programa para el bienestar de niñas y niños hijos de madres trabajadoras y la escuela es nuestra.
Otros productos de la clientela gubernamental son el denominado plan de Producción para el bienestar; el de Fertilizantes; los de Vivienda social y los Programa nacional de reconstrucción y de Precios de garantía.
El ejercicio del gasto en los programas mencionados es equivalente al 67.8% del gasto en pensiones no contributivas.
Si consideramos el gasto total en pensiones y las transferencias por los programas mencionados, el gasto social como proporción del gasto total del gobierno subió de 18.04% en el primer año de la administración a 21.49% en el último año de ejercicio completo (2022).
Muchos se ha mencionado que tendremos problemas de gasto si la economía no crece al ritmo adecuado (más de 3% en 2024), o si se concreta un escenario de desaceleración y posible recesión a nivel global.
Para resolverlo tendremos dos caminos: Elevar impuestos o pedir prestado, y esta última opción parece ser la más aceptada por el régimen de la 4T que elevó la deuda ha niveles históricos, debido también a que debe concluir sus obras magnas.
El camino de la deuda será una constante en 2024, pues el gobierno no reparará en la emisión de bonos gubernamentales y admitirá cualquier propuesta de flujos de capital con plazos que pagarán las próximas dos generaciones.
De este modo, se confirma que los requerimientos Financieros del Sector Público representarán el 5.4% del PIB, una cifra por arriba del 2.7% en el presupuesto del 2023.
En 2023, debemos subrayar, 14.2 pesos de cada 100 provenían de financiamiento, pero en 2024 serán 19.2 pesos de cada 100.
Debido al cambio de año base del PIB, la base nominal es mayor y permite aumentar el endeudamiento sin que se observe un fuerte incremento del SHRFSP como porcentaje del PIB, que se prevé será de 48.8% del PIB para 2024, una cifra que se puede suponer es manejable, pero que bajo ningún concepto podemos tomar a la ligera o considerarla como peccata minuta o asunto menor.
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