En un mundo globalizado y extremadamente mediatizado, dónde las fronteras espaciales y temporales han dejado de existir – simbólicamente- para dar paso a una comunicación inmediata y generada en cualquier parte del mundo, el flujo e intercambio de pensamientos e ideas, ocurre en cualquiero momento, a todo momento, favoreciendo a la apropiación de opiniones que a su vez, generaran otras, adecuándose a la realidad de quien las recibe, es decir él o los receptores.
Éste ha sido el caso de la “Primavera Árabe” movimiento principalmente juvenil, que había permeado al mundo árabe desde el 2010, llegando en meses pasado a su clímax con el derrocamiento del presidente, Hosni Mubarak. Este movimiento, además de contar con el distintivo de haber iniciado por jóvenes universitarios, utilizó a las redes sociales para crecer y ampliar la capacidad de convocación dentro de los ciudadanos. Acto que le valió a Mubarak la salida del gobierno y al pueblo egipcio la unión a través del internet.
Y es que el internet, a diferencia de la televisón y otros medios de comunicación, que por sus características son más susceptibles de ser censurados y controlados por organismos gubernamentales, goza, por su relativa juventud y gran complejidad, de la libertad necesaria para hacerse presente, sobre cualquier tópico, en cualquier parte del mundo. Aunado a esto, la rapidez con que se genera la información, lo hace práctimante incontenible, una vez que ha comenzado a crear cierta directriz.
El mundo no solamente comenzó a entender el enorme impacto del internet y más aún de las redes sociales a través de la Primavera Árabe; casi paralelo a este movimiento nacionalista árabe, surgió una red mundial de activistas hackers que comenzaron a atacar distintas plataformas de diversas dependencias estadounidenses cuándo se comenzó a tratar de legislar sobre el internet en dicho país. Los “hacktivistas de Anonymous”, pronto comenzaron a unirse a distintas causas mundiales, utilizando la red para generar información y realizar diversas acciones en señal de protesta, hackenado cuentas, convocando marchas o infiltrando información.
México, conoció la fuerza de las redes sociales y su impacto a partir del 11 de mayo de este año, cuando en gira como parte de su campaña presidencial, Enrique Peña Nieto fue obligado, practicamante, a abandonar las intalaciones de la Universidad Iberoamericana por las protestas que los jóvenes universitarios de dicha escuela, orquestaron en su contra. Las televisoras trataron de controlar el inicdente, sin embargo, la red, imposible de contener, se encargó de difundir dicha noticia.
Pronto las represalias llegaron, y como medida de sopesarlas, en youtube comenzó a circular un video, grabado por algunos estudiantes de dicha universidad, en el que expresaban su total desacuerdo hacía Peña Nieto y se asumían como únicos responsables de las acciones en la Universidad. 131 jóvenes fueron los que se encargaron de dar vida a ese primer video. Pronto, a lo largo de la república, jóvenes, a través de las redes sociales, comenzarón a manifestarse en pro de dicho proyecto, por lo que semanas después, nació el movimiento 132, cuyas principales funciones, en un primer momento eran apoyar a los estudiantes de la Ibero.
Pero 132 no ha sido el único movimiento generado principalmente a través del internet. Los jóvenes, que en los comicios electorales pasados, habían tenido una participación un tanto apática, repentinamente comenzaron a involucrarse en el proceso electoral. A través de los “memes” (caricaturas alusivas a distintos personajes satirizados) daban a conocer sus posturas, generando en a través de Facebook y Twitter, principalmente, un gran flujo de información.
El debate presidencial, que para muchos no cumplió las expectativas, tuvo su parte más importante dentro de las redes sociales. Facebook y twitter segundo a segundo se actualizaban, generando información y opiniones que para muchos, fueron más intersantes que las emitidas por los candidatos presidenciales.
Durante todo el comicio electoral, las redes se vieron saturadas de opiniones que, principalmente, los jóvenes emitían desde sus diversas posturas. Sin embargo, un común denominador imperó: el de la participación juvenil, por ello, no resulta raro que al cierre de estos comicios, se haya presentado una histórica participación que ya se veía venir por el comportamiento en redes.
Y a pesar de que las votaciones ya fueron hechas y que los resultados ya se están perfilando, en las redes sociales, los movimientos en pro y contra de uno y otro partido continuarán. Los jóvenes, se han hecho oir y en el internet han encontrado el medio idóneo para plasmar aquellas inquietudes que desde siempre han existido, y que tal vez, no habían encontrado momento más propicio que este para hacerlas escuchar.