Por Juan Antonio Pérez
La política es el arte de disfrazar
de interés general el deseo personal.
EDMOND THIAUDIÈRE
¡Elba Esther no es inocente! El hecho de que se encuentre en la comodidad de uno de sus múltiples y lujosos departamentos es una afrenta para todos los mexicanos, y un reto para el presidente electo, cuya bandera fundamental es el combate a la corrupción.
Hace cinco años, a unos cuantos días de la detención de la señora Gordillo -a quien no puedo llamar “maestra” sin correr el riesgo de ofender la dignidad de quienes entregan la vida en las aulas- escribí, en este mismo espacio, manifestando muchas dudas y contrariedades.
Parecía un contrasentido que Juan Díaz de la Torre, otrora encargado del cargarle el portafolios a doña Elba, le sucediera. Escribí entonces que bajo tales circunstancias, nada cambiaría en el SNTE. Y nada cambió.
Esa corrupción hecha mujer, nunca estuvo realmente encarcelada. Pasó de vacacionar en una clínica de lujo a la vida suntuosa del arresto domiciliario, y luego a la calle. Parecía un pacto, apestaba a pacto y ha evolucionado como un pacto. A mi me late que se trató de un pacto.
La sentencia que le otorga la libertad, enfatiza la ausencia de una denuncia por parte de los afectados. Y claro, eso nunca iba a ocurrir con Juan Díaz al frente. Este mismo oscuro “corre ve y dile” se apresura, inmediatamente después de la “liberación” a declarar que a él no le constan los desvíos de recursos del SNTE, durante la presidencia de Gordillo Morales.
Da pena ajena. Su actitud más parece la zalamera actitud de un perro guardián, en afán de hacerle claro al amo que ha cuidado la casa en su ausencia. En el mismo sentido, un grupo de la dirigencia magisterial del SNTE, ni tardo ni perezoso se apresuró a solicitar la restitución de los “derechos sindicales” de la señora Gordillo.
Curiosamente éste grupo, que se hace llamar “Grupo de Análisis Jurídico y Dignidad Magisterial”, ha exigido la renuncia de Juan Díaz, y su líder, Venancio Morales, habla de ponerlo tras las rejas. Gordillo no está contenta con el desempeño de su lacayo.
El expediente de la PGR en contra de Elba Esther estaba mal fundamentado, acusándola de, entre otras cosas, delito que no podría probar, y omitiendo aquellos de veracidad evidente. Esta forma de incompetencia profesional no hace sino reforzar la hipótesis del pacto.
Muchos delincuentes de alta peligrosidad andan sueltos gracias a los expedientes mal integrados. No es Gordillo ni el único ni el primero de los casos: ¿corrupción o negligencia?
La promesa de combate a la corrupción de Andrés Manuel tiene ante sí un caso más que visible. Veremos de qué está hecho.