En el desarrollo del movimiento independentista iniciado en 1810, el cura José María Morelos y Pavón ocupa un lugar preponderante, compartiendo honores con el Padre de la Patria y otros patriotas que hicieron posible la independencia nacional.
El cura José María Morelos y Pavón nació en la ciudad de Valladolid, que posteriormente en su honor cambió a Morelia, el 30 de septiembre de 1765 en una familia humilde; pero deseosa de progresar. Se inició en el trabajo a una edad temprana, continuó más adelante con estudios eclesiásticos en el Seminario Tridentino de su ciudad natal hasta su ordenación sacerdotal, profesión que ejerció en algunos pueblos de la provincia michoacana.
Como cura de Carácuaro, lugar en donde ejercía su ministerio, se enteró del levantamiento acaudillado por su maestro Miguel Hidalgo, Interesado en la idea de independencia tuvo un encuentro con el caudillo en Charo e Indaparapeo, donde recibió la importante misión de levantarse en armas en el sur del territorio.
A partir de ese momento inició con pocos hombres una guerra que improvisada en un principio, que pronto se convertiría en un peligro para el gobierno virreinal, que destinó sus mejores fuerzas y comandantes para acabar con los insurgentes del Generalísimo Morelos.
Numerosos hechos de armas entre los que hubo sitios y batallas en terreno abierto, de los que resultó frecuentemente victorioso, definieron su perfil y acción de mando; sus éxitos en aquella guerra que inmortalizó su nombre y el de sus comandantes subordinados, obedecía a su carisma de líder en el aspecto de la condición humana y el conocimiento de la geografía del Sur del territorio, aspectos que siempre consideró como factor sustancial de la guerra, y de los que supo obtener ventaja.
A la muerte del Cura Hidalgo y los caudillos precursores, en él recayó la responsabilidad de sostener viva la llama libertaria con renombrados triunfos militares y atinadas decisiones políticas, aún adelantadas a los caudillos americanos de su tiempo. Creador de los Sentimientos de la Nación, se autoproclamo Siervo de la Nación.
La patria agradecida con sus hijos recuerda su nombre, considerándolo como Generalísimo y excelente conductor de hombres en aquella guerra que empezó a definir el sentimiento y orgullo mexicano.