MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Su Alteza Serenísima Andrés Manuel I está, por decir lo menos, empecinado en pasar a la historia como el presidente de la transformación.
Y vaya que va por buen camino; por ejemplo, al sistema de salud lo encaminó al retroceso por voluntarismo personal e inexperiencia.
Un caso, la oferta de ampliación de espacios para la formación de especialistas médicos está en manos de burócratas corruptos y traficantes de influencias quienes deciden a quién otorgan plazas (residencias médicas).
Hace dos años, cuando la pandemia del Covid-19 demostró la grave deficiencia de médicos especialistas en el país, de la mano del secretario de Salud, Jorge Alcocer, anunció que se ampliaría el número de espacios para aspirantes. Ofreció una cantidad, incluso, de hasta 30 mil becados en el extranjero.
En septiembre de 2020, el subsecretario de Prevención de la Salud, Hugo López-Gattel, dijo que en noviembre de ese año se duplicaría el número de médicos con acceso a las residencias, es decir, de 10 mil a 20 mil de los participantes en el Examen Nacional de Residencias Médicas.
Y es que, de acuerdo con el doctor Jorge Alcocer, en el año anterior se presentaron más de 50 mil candidatos a cursar una especialidad, pero solo serían aceptados 10 mil.
Así, la pandemia obligó a Su Alteza Serenísima a ampliar el número de plazas; la realidad había alcanzado al gobierno que desmanteló al Seguro Popular y soslayó el imperativo presupuestal para el sector salud.
El punto es que, al aumento de plazas acompañó la inexperiencia de la burocracia que llegó al sector salud bendecida por la 4T y que desplazó a quienes sabían de estos menesteres en la aplicación de exámenes y asignación de plazas, aunque ni unos ni otros vacunados contra la corrupción.
La evidencia de venta de exámenes para poder aspirar a una plaza fue la tónica soterrada en noviembre de 2020, ya en pleno gobierno de la sedicente Transformación; aunque nada nuevo, porque ello ha ocurrido desde siempre. Es un secreto a voces y se sabe de ello cuando, pese a la promesa del licenciado presidente, reprueban médicos con altos promedios y aprueban aquellos que concluyeron de panzazo la carrera de médico general.
Pero, vaya, el camino de los aspirantes a una plaza de residencia médica no concluye cuando aprueban el examen, no. El proceso de asignación es una apuesta cuando el médico aspirante debe llenar una solicitud con varias propuestas y, por supuesto, señalar las primeras opciones, con el riesgo de que no le toque ninguna. Lo peor es caer en el engaño que implica ser informado que ha quedado en una residencia, pero cuando el médico aspirante llega al hospital se entera que siempre no, que tiene que volver a la oficina donde le darán otra opción, con riesgo de ser nuevamente engañado.
Ello ocurre en la Ciudad de México y en otras entidades donde la decisión de asignar una plaza al médico que aspira a ser especialista, está en manos de burócratas inexpertos o involucrados en la corrupción y el tráfico de influencias, que descartan a médicos altamente calificados. Y hágale como quiera.
En la capital del país, a los médicos que llegan de provincia, convencidos de que al haber aprobado el Examen Nacional de Residencias Médicas –algo nada fácil salvo para quienes compran los exámenes–, es frustrante enfrentar a una auténtica mafia de burócratas que les asignan hospital pero luego sin explicación alguna les informan que no hay espacio y los remiten a otra posibilidad sin garantía de ser admitidos.
¿Así se van a formar los más de 200 mil especialistas que México requiere? ¿Sabrán estos personajes que tienen en sus manos al futuro de miles de jóvenes médicos? ¿Sabrán que no todos tienen la capacidad económica de enfrentar una asignación en, digamos, Mérida, cuando viven en Guadalajara?
Perversa y corrupta mecánica de frustrar carreras. ¿Estará enterado el sabelotodo licenciado presidente? ¿Estarán medianamente enteradas las autoridades del sector salud? Digo.
¿POR QUÉ CALLÓ EL MINISTRO ZALDÍVAR? Interesante la delación, que no declaración, del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, respecto de lo ocurrido en aquellos días de junio de 2010 y cuya materia fue el caso de la tragedia registrada el 5 de junio de 2009 en la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora, en la que perdieron la vida 49 menores de edad.
Mire usted. En la sesión matutina del 14 de junio de 2010, se presentó el caso de la Guardaría ABC, cuyo ponente fue el ministro Zaldívar Lelo de Larrea y el solicitante de la facultad de investigación el ministro Sergio A. Valls Hernández.
Al inicio del proyecto se refirió:
“Esencialmente, en la presentación de este asunto el ponente, señor Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, hizo notar que la Suprema Corte es la última esperanza para las víctimas de la arbitrariedad, la negligencia y el abuso del poder, y es también la única institución con fortaleza constitucional para fijar precedentes que impidan que violaciones graves a los derechos fundamentales sigan ocurriendo.
“Posteriormente, se refirió a los hechos investigados, consistentes en el incendio de la Guardería ABC, en donde fallecieron cuarenta y nueve menores y muchos otros quedaron lesionados, destacando las características e irregularidades de dicho inmueble, así como las anomalías en cuanto a los sistemas de protección civil y la falta de requerimientos mínimos de seguridad que llevaron a que se generara la tragedia, todo ello aunado a la falta de coordinación entre autoridades, lo que dio lugar a un desorden generalizado. También se refirió a la atención médica que en su momento recibieron los menores”.
Severa la presentación y fundamentación. Pero, hasta ayer miércoles, el ministro Zaldívar se atrevió a delatar al entonces presidente Felipe Calderón como responsable de haberlo amenazado si publicaba el proyecto de sentencia. Mediante el, en esos días, secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, Calderón le dijo que no lo apoyarían.
Pero, mire usted, en realidad el ministro ya había dado un paso en ese sentido de delatar a Calderón Hinojosa. Pero, ¿por qué hasta hoy los pormenores?
La delación en estos días de crisis en Palacio Nacional, cuando el Duce se pelea con el gobierno de Estados Unidos y se resiste a condenar a Rusia por la invasión a Ucrania e insiste en meter bajo la alfombra al escándalo que vive la familia real, consecuencia de las ambiciones de su primogénito José Ramón López Beltrán, tiene un alto significado. Para Andrés Manuel, Felipe Calderón es el enemigo número 1.
Veamos. Quizá recuerde usted que, en esos días de flores y vino en la relación televisiva, John M. Ackerman y Sabina Berman entrevistaron en su programa en Canal Once del 9 de octubre de 2019, al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, quien confió:
“(…) el presidente López Obrador ha sido profundamente respetuoso con la independencia del Poder Judicial. No hemos recibido de su parte ninguna insinuación, ninguna recomendación, mucho menos presión en los asuntos que estamos manejando, cosa que también he dicho no se puede decir de algún otro Presidente que sí amenazó, que sí presionó y que yo no sólo soy testigo porque fui objeto de esas presiones… Felipe Calderón”.
Vaya, vaya. ¿Por qué dos años después el ministro decidió ampliar la delación y con ello provocar escándalo en la Cámara de Diputados? Dio armas a la diputación federal de Morena para linchar, en la sesión del pleno, a Margarita Zavala, diputada federal del PAN y esposa de Calderón.
Dijo Arturo Zaldívar que el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa lo presionó para modificar el proyecto de sentencia sobre el caso de la Guardería ABC con el fin de proteger a Margarita Zavala y su familia.
Esta no es anécdota ni ocurrencia, como la refirió en la presentación de su libro “10 años de derechos. Autobiografía jurisprudencial”. Es una delación en la que cita cómo lo presionó Gómez Mont. “Dice el presidente que no te apoyamos para esto”, le habría acotado el entonces secretario de Gobernación. El tema no fue cualquier cosa, porque incluso Zaldívar temió por su vida. Pero, ¿por qué hasta hoy la delación? Digo.
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