Por Filomeno Pinedo Rojas
La actual guerra en Ucrania ha puesto en evidencia lo que para muchos es conocido, que los medios de comunicación no necesariamente lo son de información y que, si se entrega toda la confianza a los medios para enterarse de lo que ocurre en el entorno local y hasta mundial, se corre el riesgo de quedar atrapado en narrativas que solo existen en los comunicadores y sus patrocinadores, pero no en la vida real.
La presentación deformada de la realidad por así convenir a determinados intereses políticos, económicos, racistas y hasta de creencia religiosa, por mencionar algunos, siempre estará latente en los medios de comunicación, con tan meditada elaboración que el receptor de esos mensajes, pueda aceptar sin mucho reparo el contenido, como si fuera la verdad absoluta y hasta la defienda, de ser necesario.
Puede ser que el receptor tenga coincidencia con los intereses que promueve el comunicado, en cuyo caso sería comprensible su aceptación, pero también puede ser que se logró embaucar o “engañar a una persona para algo aprovechándose de su falta de experiencia o de su ingenuidad” que en general es el objetivo, siempre esperado, cuando difundes una mentira con cara de verdad.
Se entenderá así por qué los comunicados sobre la guerra en Ucrania han incluido texto y gráficos que no se correspondían con la realidad abusando, incluso, hasta con el hecho de difundir extractos de videojuegos para mostrar las ´atrocidades´ de los rusos, o la defensa ´espartana´ de los ucranios. Así se logró embaucar a cientos de millones de escuchas, videntes o lectores de los medios de comunicación, que aceptaron y aceptan como real el mundo de montajes y mentiras difundidas con fines perversos.
En buena medida así se justificaron las innumerables sanciones a Rusia que, al final del día, han perjudicado más a los pueblos de los gobiernos que las impusieron, Estados Unidos y los países europeos, con el agravante de que ahora no se encuentra la fórmula para dar la orden de retirada de manera honrosa y aceptar que se equivocaron, como quien cae en un pantano y en lugar de aquietarse, se agita con euforia para hundirse mas rápido. ¿Pero en qué cabeza cabe?
En México esa lección la tenemos muy aprendida gracias a la existencia de una pléyade de reyes de la mentira y el montaje, que es lo mismo, contra los cuales lidiamos un día sí y otro también, queriendo convencernos de que la realidad es de otro modo, no como es. Aunque tan burdos son los pobres, ´de inteligencia´, que han perdido la batalla que emprendieron, y ni cuenta se dan.
Tanto a nivel de la guerra de Ucrania como en México, cada cual, con su aviesa intención, ocurre lo mismo con los medios de comunicación y los comunicadores. Esperemos que, más temprano que tarde, la fuerza de la realidad prevalezca sobre las mentiras que parecen verdades, como ya se atisba, comprendiendo que esta es una lucha permanente y sin final visible. Son lecciones presentes de la guerra en Ucrania. Para reflexionar.