Código político
Ciudadanía arrinconada
Por Juan Gómez
La ciudadanía mexicana se encuentra arrinconada por la violencia desatada impunemente por el crimen organizado, la crisis económica familiar, el autoritarismo presidencial y el mesianismo político que manipula la realidad, para posicionar, para fijar sus “dogmas” y avanzar en un totalitarismo de Estado.
El presidente López Obrador hizo lo que omitió Vicente Fox Quezada en el año 2000: aprovechar el triunfo electoral y la legitimidad de la elección, para acelerar los cambios constitucionales y políticos para afianzar su visión de país y modelo social.
Mientras que Fox Quezada se quedó en la comodidad del ejercicio del poder, Andrés Manuel tiene prisa por asegurar la consolidación de su proyecto político social y garantizar una transición personal, populista, que conecte con otros gobiernos latinoamericanos.
En este sentido se explica la alianza con Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, principalmente, desde donde se lanzan los coqueteos ideológicos con Perú, Brazil, Argentina. Colombia y Honduras.
La pieza que le hace falta acomodar y aceitar al presidente Andrés Manuel López Obrador, es la trancisión electoral, para lo cual, impulsa una reforma que, de concretarse, le garantizaría el control del instituto organizador de las elecciones -como en el pasado lo hizo el PRI como partido único- y generar un sistema político de largo aliento.
Ahí anida la trascendencia de la reforma política que se impulsa desde el gobierno de Morena para desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE) y cambiarlo por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, con lo cual se reduciría de 11 consejeros electorales actuales, a solamente siete.
Dicha iniciativa contempla 18 modificaciones a la Constitución y siete artículos transitorios, por lo que Morena requiere para su aprobación, convencer a diputados de oposición para aprobar estas modificaciones que requieren de mayoría calificada.
Los mexicanos no debemos perder de vista que esta reforma no tiene viabilidad pero sí imposición presidencial, porque las reformas electorales no se realizan cuando una elección presidencial está en la víspera de realizarse.
Por otro lado López Obrador peretende, con esta reforma, consolidar un organismo único y organizador de los procesos electorales federales, estatales y municipales, con lo cual, desaparecerían los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), los tribunales electorales; la desaparición de las diputaciones plurinominales y la reducción del recurso público para los partidos políticos.
Con el anterior esquema, el control del partido en el poder -MORENA- se quedaría bajo su férula, la elección de los consejeros electorales, que sería a propuesta de perfiles (candidatos) de las cámaras de Diputados y Senadores, así como del Ejecutivo y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Los perfiles que propusieran los tres poderes del Estado Mexicano, serían sometidos al voto popular, controlado mayoritariamente por MORENA, mediante la inducción del Poder Ejecutivo y condicionado con la entrega de recursos a través de los programas sociales.
La propuesta del sofisma presidencial descansa en un trípode: la austeridad republicana, la simplificación burocrática de la política y de la representatividad electoral y la elección popular de consejeros.
Ninguna se sostiene por sí misma. La austeridad republicana se traduce en la multiplicación de los programas sociales de control electoral y en el financiamiento de proyectos tan inviables como improductivos; en la disminución unilateral de consejeros y la cooptación de su elección popular, así como en el debilitamiento de los partidos políticos para perpetuarse en el poder.
Sin embargo, la reacción ciudadana está enmarcada en el miedo a la violencia, a las agresiones discursivas y mediáticas; en la incertidumbre financiera, en la crisis inflacionaria que empobrece nuestra economía y nos arrebata el futuro y en la ausencia de liderazgos tanto sociales como políticos.
A lo anterior habría que agregar la triaición priista, la mediocridad panista y al oportunismo del resto de los partidos políticos, que solo ven por su sobrevivencia y seguridad económica.
A pesar de todo ello, confío en el espíritu libertario de muchos ciudadanos, hombres y mujeres, que no dejarán pasar esta oportunidad de luchar por la democracia y la libertad de conciencia.
Al tiempo.
@juangomezac