Por Darío Dávila
El famoso portavoz de la presidencia, Jesús Ramírez, ha tomado el micrófono para declarar: “La cancillería está interviniendo para buscar contacto tanto con Hamas como con gobiernos y organizaciones afines para identificar dónde están y buscar que los liberen».
Ramírez refiere la situación de Ilana Gritzewsky Camhi y Orión Hernández Radoux ciudadanos mexicanos plagiados por Hamás en días pasados.
La narrativa de la política exterior mexicana pone en evidencia la contradicción alarmante en la postura del gobierno con respecto a sus propios ciudadanos en situaciones similares.
Numerosos casos de mexicanos secuestrados por grupos del crimen organizado dentro del país han sido ignorados o tratados con una aparente falta de urgencia por parte de las autoridades.
Esta notable discrepancia entre el énfasis en la diplomacia para casos internacionales y la aparente inacción en situaciones internas refuerza una percepción de un doble estándar en la defensa de los derechos de los ciudadanos mexicanos.
En medio de esta trama diplomática, uno no puede evitar imaginarse a los operadores mexicanos expertos en negociación de rehenes, desplegando sus mejores habilidades de “abrazos y no balazos» en una mesa de negociaciones con HAMÁS, listos para compartir recetas de tacos y secretos de tequila como ofrendas de paz.
Tal vez podrían incluso organizar una clase de yoga para enseñarles cómo abrazar con más intensidad y menos violencia, en un esfuerzo por mostrar la verdadera esencia del método “abrazos y no balazos».
Mientras tanto, se podría esperar que el equipo mexicano llevara un manual de abrazos diplomáticos cuidadosamente elaborado, con capítulos detallados sobre la importancia de abrazar con fuerza pero sin estrangular, y la delicada táctica de abrazar sin soltar y, al mismo tiempo, mantener una conversación diplomática sin titubeos.
Sin duda, la sofisticada estrategia de “abrazos y no balazos» ha alcanzado nuevas alturas al ser aplicada en un contexto internacional tan exótico como las negociaciones con HAMAS.
En un giro inesperado, tal vez podrían incluso organizar un intercambio cultural, llevando a los miembros de HAMAS a un tour gastronómico por los rincones más exquisitos de la cocina mexicana, en un intento de demostrar que la verdadera paz se encuentra en la sabrosa unión de chiles y chocolate.
¿Quién sabe, quizás un taco al pastor bien condimentado sea la clave para desmantelar décadas de conflicto en Oriente Medio?
Tal vez podrían incluso organizar una clase de yoga para enseñarles cómo abrazar con más intensidad y menos violencia, en un esfuerzo por mostrar la verdadera esencia del método “abrazos y no balazos».
Mientras el mundo observa con fascinación este extraño experimento de diplomacia culinaria, uno no puede evitar preguntarse si las tácticas de “abrazos y no balazos» podrían encontrar un lugar en los manuales de resolución de conflictos internacionales.
Quién sabe, quizás pronto veremos a expertos en política exterior enseñando la técnica del abrazo mexicano en las principales universidades del mundo, en un esfuerzo por difundir la paz y la camaradería a través de una buena dosis de calidez y guacamole.
¿Contactos con terroristas, pero nuestros hijos en manos de criminales locales? ¿Hamas sí, mexicanos no?
Al final del día, mientras nos sumergimos en esta tragicomedia de diplomacia y abrazos extravagantes, es crucial recordar que detrás de la extravagante narrativa, hay miles de personas comunes retenidas contra su voluntad en un laberinto de violencia y opresión, para quienes el método de “abrazos y no balazos» no ha resultado más que una burla cruel y vacía.
Cada día, familias enteras enfrentan la angustia de la incertidumbre, esperando en vano el abrazo liberador que no llega, preguntándose si acaso sus seres queridos se han convertido en meros peones olvidados en el complejo tablero del narcotráfico.
Mientras el gobierno se sumerge en su búsqueda de acuerdos de alto perfil, es esencial recordar la verdadera esencia de la seguridad nacional: la protección y liberación de cada uno de sus ciudadanos, sin importar su estatus social o situación geográfica.
Quizás, en lugar de buscar abrazos en lugares exóticos, sea hora de abrazar con firmeza el compromiso de proteger a aquellos que se encuentran en las garras del narcotráfico, para garantizar que ningún mexicano más tenga que enfrentar el horror de ser un rehén olvidado en su propia tierra.
Solo cuando los abrazos se conviertan en acciones reales y significativas, sin importar la ubicación o el estatus político de los captores, la verdadera paz y seguridad podrán prevalecer en las tierras mexicanas.
¿Contactos con terroristas, pero nuestros hijos en manos de criminales locales? ¿Hamas sí, mexicanos no?
Descargo de responsabilidad: Este artículo tiene un enfoque irónico destinado a resaltar la gravedad de la situación de aquellas personas que han sido privadas de su libertad por grupos terroristas o narcotraficantes en todo el mundo. Reconocemos la importancia fundamental de abogar por la liberación inmediata y sin condiciones de cualquier individuo que se encuentre en tal situación. Abogamos por la justicia, los derechos humanos y la protección de la dignidad de todas las personas, sin importar su origen o nacionalidad.