Bernardo Hernández/PórticoOnLine
La verbena popular en la que se ha convertido el Festival Cultural de Zacatecas, según comerciantes establecidos del Centro Histórico, ha alcanzado su punto más alto. Las calles están prácticamente tomadas.
La batalla por hacer su agosto en semana santa ha llevado a los empresarios de la zona a expandir el horizonte de sus negocios, en particular cuando tienen enfrente a vendedores ambulantes.
Locales de venta de artesanías, por ejemplo, han sacado a la acera sillas y mostradores en los que se oferta comida rápida a precios módicos, ya que de un lado tienen a vendedores-artesanos y del otro, informales que venden bebidas y alimentos.
Con la venta de banderillas, churros y demás fritangas, aseguran, consiguen mejores entradas que con la venta de sus productos artesanales.
Las cafeterías y bares han instalado mesas en las banquetas o en las plazas para captar a los visitantes que llegan a presenciar los espectáculos programados dentro del festival.
Llegar a esas mesas, sin embargo, no es tarea fácil, primero se tiene que superar una línea de carritos para venta de dulces autorizada por la presidencia municipal.
Esta línea de carritos, inicia frente al Hotel Santa Rita y se extiende por cerca de 200 metros de la avenida Hidalgo, salvo por un tramo que es utilizado por artistas callejeros o informales que en lugar de carritos tienen cestos llenos de churros y canastas con dulces y cigarros.
Las autoridades municipales aseguraron que ya no van a prestar el Portal de Rosales para la instalación temporal de comerciantes, por ello, los bajaron a la banqueta, frente a dicho portal.
Es tal el grado de competencia en el Centro Histórico que los restauranteros han tenido que contratar personal cuya única función es instalarse sobre la banqueta y jalar al interior de los establecimientos a posibles clientes.
Esta disputa por cada centímetro de espacio es más acusada en la avenida Hidalgo, la Plazuela de la Caja y la Plaza Miguel Auza.
Con la batalla por la derrama económica, sin embargo, se está afectando a otros sectores comerciales como el Mercado Arroyo de la Plata. A ese espacio, aseguran los locatarios, no han llegado los beneficios del festival.