La palabra recurrente que el gobierno ya posicionó entre la sociedad zacatecana es “No hay dinero”. Y con esa expresión pretenden resolver la situación de quiebra y de asfixia financiera por la que atraviesa el estado.
Esta palabra se la imponen a proveedores, burócratas, empresarios y a todos aquellos que realizan alguna actividad productiva o de servicios.
Tal parece que la actual administración no toma en cuenta que es el principal motor de la economía doméstica zacatecana, pues al decir “No hay dinero” pretende evadir su responsabilidad.
La administración tellista está dejando crecer la agonía financiera que hoy asfixia no solo a su gobierno sino a la sociedad zacatecana, en donde se registra ya una creciente inconformidad con el actual gobierno, puesto que sus necesidades primarias no están siendo resueltas y la perspectiva que se ve en el futuro inmediato es todavía más preocupante.
El gobierno de Alejandro Tello padece este quebranto generado por la corrupción y la ineficacia administrativa del gobierno anterior, pero no quiere responsabilizarlo de la pesadilla financiera que hoy aqueja al estado que gobierna, lo que está generando que las críticas se enderecen hacia la presente administración.
Tampoco las gestiones en el gobierno priista le han dado resultado. La Secretaría de Hacienda no apoyó en la gestión al gobierno zacatecano y menos a la Universidad Autónoma de Zacatecas, a quienes por cierto les pidió un reordenamiento de sus finanzas.
Zacatecas se encuentra en un estancamiento económico no solamente lamentable sino preocupante, en el que se observa la impunidad y el tráfico de influencia de la administración pasada, pero también la ineficacia de funcionarios que conducen a la actual gestión gubernamental.
Otro aspecto preocupante que se observa en la presente crisis es la falta de determinación y de decisión de quienes conducen al estado, lo que no abona a la solución de la problemática que hoy se enfrenta.
El gobernador Alejandro Tello tiene enfrente un desafío mayúsculo que no podrá resolver solo con la respuesta de “No hay dinero”, sino con la toma de decisiones oportunas que permitan el desarrollo armónico del estado, y la sanción a quienes hayan incurrido en actos de corrupción que lesionaron a la hacienda pública.