Por Antonio Cuevas
Uno de los problemas más difíciles del emprendedor, es el aprender cómo “administrar nuestro tiempo”. Entener la palabra “ahorita” es casi como entender los agujeros negros de Stephen Hawking.
El “ahorita”, el “no me tardo”, el “ya merito”, el “espérame, ya me voy”; son frases que escuchamos a diario de nuestros clientes, proveedores, hasta familaires y amigos. Estas frases que se hacen acciones debemos dominarlas.
Para esto le daré una clasificación breve a los tipos de emprendedores con desorden de su tiempo:
- Si no lo hago yo, no sale bien: Este emprendedor difícilmente podrá llevar una agenda. No puede tener un plan, ya que al ver que algo no sale bien, él lo hace; y sacrifica organización por su incapacidad para delegar funciones. Éste debe aprender a delegar y sentarse a planear.
- Hago que hago, pero no hago nada: Este emprendedor cree tener poderes al puro estilo de los cómics, como Flash. Él hace su agenda pero resulta que sus citas, reuniones, desayunos, juntas, etc; las hace en lapsos de hora en hora. Sale de una cita para entrar en otra, no termina bien una y ya está en la siguiente. Entonces hace que hace, y no hace nada. Quiere aprovechar su tiempo al máximo. Éste emprendedor debe darse tiempo entre cita y cita y no juntarlas. No tratar de pedirle al día más de las 24 horas que tiene, hacer pocas reuniones pero efectivas y de prioridad.
- El planeador: En pocas palabras, al más puro estilo de la “gaviota estreñida”, mucho planear pero poco obrar. Este emprendedor se la pasa agendando todo. ¡Y todo, es todo!. A qué hora se levanta, a qué hora hace ejercicio, se identifica por tener un cayo en el dedo medio, también llamado del corazón, o grosero, de tanto y tanto escribir. No actúa, sólo delega, y entonces cae en una crisis cuando alguien a quien le delegó no cumple en tiempo.
Este emprendedor debe conocer bien a sus empleados, pues delegar no es una tarea fácil, debe identificar quién hace las tareas de un modo más rápido, cuál se tarda y con qué frecuencia las realiza, para ponderarle un tiempo a esta actividad y no provocar en su negocio una alta rotación de personal. - El puntual: Si bien ser puntuales es lo que más nos hace falta a los mexicanos, no se puede nadar contracorriente. Usted no es Volaris y no puede pedirle a sus clientes, proveedores o amigos que se le retribuya económicamente por algún retraso. Este emprendedor no debe dejar de ser puntual, pero sí manejar en su agenda un rango de tolerancia para quien se atrase, y también solicitar puntualidad desde que se agenda la cita, y puede hablar media hora antes para recordar que la cita está por llegar.
Finalmente todos los anteriores deben distinguir entre lo importante y lo urgente.