Amable y desenvuelto menciona lo cansado que es su trabajo: “esta muy pesado, tenemos que madrugar, hacer las papas, embolsarlas y todo eso”.
Es posible que por sus obligaciones, José Ramón no haya podido disfrutar plenamente de su infancia pero ha de reconocerse que sus padres no han descuidado su formación, otro aspecto favorable es que al saber cuanto cuesta ganarse la vida quizá posea un mejor desarrollo de la responsabilidad.
Así lo explica la psicoterapeuta Bárbara Díaz, al referirse a la capacidad de “resiliencia” que poseemos todos los seres humanos para salir “sanos y salvos” emocional, mental y hasta físicamente de cualquier experiencia traumática.
“Solo que se necesita para esto que haya habido aunque sea en los primeros 5 o 6 años de vida buenos tratos por parte del adulto, sí hubo buenos tratos en esta etapa de la vida y por algo a los 6 años el niño o la niña son marginados, lanzados al trabajo, etcétera, se tiene la capacidad de evitar tendencias a la delincuencia, al bajo control de impulsos y al enojo con la sociedad”, subraya.
Hay que cuidar que no se violente ni el tiempo, ni el exceso de trabajo, ni el peso, “cuando esto se convierte en una obligación y se ve a los niños más que como seres humanos, como animalitos de carga o de trabajo, definitivamente ahí se esta cometiendo un delito”.
La especialista menciona que se trunca una etapa del desarrollo y la personalidad no se define cuando no se tienen buenos tratos hacia el infante, situación que provoca “niños adultos o adultitos por así decirlo”, el riesgo de estos desajustes es que nuestros niños y niñas pueden llegar a ser “personas ariscas, personas enojadas que sienten que la sociedad les debe algo o les hizo algo y se los tiene que pagar”.
Cuando se trunca el derecho de disfrutar la infancia se ven trastornos de personalidad como trastornos limítrofes, bipolaridad y todo lo que tenga que ver con trastornos del estado de animo, además puede dañarse el desarrollo neuronal por lo cual no hay una capacidad de raciocinio o entendimiento en el sentido de “que es útil, que es bueno o que es malo para mi”, señala..
“Van aplicando la ley de me la hace me la paga, por eso es que hay muchos niños y jovencitos dentro de la delincuencia organizada, por el mismo bajo control de impulsos, por el mismo coraje hacia la sociedad, porque algo vivieron dentro de la familia y se crean estos vacios, estos rencores lo cual puede dar como resultado que se limite la vida física de nuestros jóvenes” añade.
Más adelante comenta que por eso vemos muchachitos que son asesinados a los 15 o 16 años o que asesinan a esa edad y que su libertad se ve truncada al ser detenidos o simplemente estando en estos grupos de la delincuencia organizada no son libres porque están bajo las ordenes de alguien igual de enojados que ellos, solo que más adulto.
Como sociedad es nuestra responsabilidad estar al pendiente de los niños, niñas y adolecentes que realizan trabajos marginales, “ellos requieren que les demos un buen trato porque en ocasiones carecen del apoyo paternal”, recomienda Bárbara Díaz.