- Polémico, acucioso, agudo…
- Solidaridad del gremio zacatecano
- Valentía y fuerza ante la adversidad
Por Juan Gómez
El sábado pasado asistimos a la despedida del periodista Martín Carcaño, en donde se congregaron una gran cantidad de amigos de los distintos medios de comunicación, para mostrar la solidaridad y el sentido de gremio con la familia.
Fueron momentos muy tristes para todos los integramos esta familia periodística zacatecana, puesto que en los últimos años se han despedido varios colegas, entre ellos Benjamín Torres Cardona, Arturo Guerrero Lomas, Carlos Zapata, Carlos Ulises Girón Sifuentes y Benito Álvarez, quien convivió con muchos amigos periodistas.
Todos estos momentos me han hecho reflexionar sobre la actividad de mi gremio, de los amigos de los distintos medios de comunicación, sobre nuestras relaciones, aspiraciones y también, confrontaciones.
Los periodistas zacatecanos siempre han mostrado una gran capacidad para adaptarse a los cambios que se ha registrado en la entidad en los últimos lustros, en los cuales hemos asistido a distintas manifestaciones sociales y políticas.
Imbuidos por un espíritu abierto la prensa le ha dado cabida a las distintas expresiones ideológicas y políticas, a pesar de los controles o cooptaciones que los gobiernos en turno han tratado de imponer para evitar las voces disonantes y críticas.
Martín Carcaño desempeñó un periodismo así, abierto, crítico, antisolemne y agudo. Su columna Plaza de Armas fue un referente obligado en la prensa local, en donde sostuvo varios debates pero en donde también apuntó diversas revelaciones que obviamente no gustaron a los destinatarios.
Sin embargo ese estilo periodístico pudo desentrañar en algunas ocasiones, acciones de políticos y gobernantes que de manera encubierta, tratan de simular sus contradicciones y la ausencia de transparencia en sus actos de gobierno.
Algunos políticos y gobernantes festejaron sus columnas y otros mostraron sus inconformidades o desacuerdos, pero los datos que ahí aparecieron difícilmente fueron desmentidos por los aludidos.
Martín Carcaño luchó con dignidad contra su enfermedad, un cáncer que le dictaminaron los médicos meses atrás.
Cuando regresó de Monterrey en donde le habían practicado algunos exámenes coincidimos en la calle. Le pregunté sobre el resultado. Soltó una de sus sonrisas tan recurrentes y me dijo: “me la p…ron”.
Compartimos las risotadas.
En el fondo me dio mucho gusto y sentí una especie de alivio.
Sin embargo el pasado 25 de enero en la explanada del Palacio de Justicia, a donde habíamos acudido a cubrir el primer informe del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Juan Antonio Castañeda Ruiz, me encontré a una preocupada Claudia Valdez.
Me dijo: “Juan, háblale a Martín, lo acabo de ver y está muy mal”.
Mostré incredulidad pero el rostro de Claudia me gritaba que tenía que llamar a Carcaño.
Así lo hice.
Sostuvimos un diálogo corto y replicamos bromas de la “línea editorial”.
Me sentí tranquilo.
Y es que Martín nunca se quejó. Jamás le escuché una voz lastimosa o palabras de desaliento.
La sonrisa sarcástica siempre escondía la gravedad de su situación.
Después iría al Café San Patricio en donde se tomaría la última foto con los amigos que concurren al café y a la charla después del mediodía.
Pero el jueves pasado todo cambió. Hacía antesala en la diócesis de Zacatecas en busca de un comentario sobre la renuncia del Papa Benedicto XVI y me encontré con el rostro del padre Chacón apesadumbrado.
Consternado me dijo “acabo de darle los Santos Óleos a Martín Carcaño”.
Ya no esperé más.
Llegué lo más rápido posible al Hospital San Agustín.
Me recibió la entereza de su señora esposa y de sus hijas que le procuraban cuidados y atenciones a Martín. Siempre estuvieron a su lado.
La madrugada del siguiente día abandonaría el hospital para siempre.
El trabajo de Martín Carcaño está impreso en los diarios para los que trabajó en Zacatecas.
Su olfato periodístico siempre le orientó hacia la esencia de la información, su honestidad y convicciones le hicieron arrojarse a polémicas; pero también su intuición y acuciosidad le permitieron descubrir información relevante y reveladora.
Seguramente en donde se encuentra ya está tomando nota de lo que sucede en su alrededor, porque fue un periodista que hizo de esta profesión una pasión.
Pero más allá de lo que se pudiera decir o escribir del trabajo periodístico de Martín Carcaño, fue un ser humano que mostró fuerza y valentía ante la adversidad.
Hasta luego, Martín.