• Condujo al estado con firmeza
• Sentó las bases del Desarrollo
• Apoyó también a empresarios
Por Juan Gómez
Con gran pesar me entero este día del fallecimiento de Don José Guadalupe Cervantes Corona (1980-1986), uno de los políticos zacatecanos de mayor sensibilidad y formación que he conocido.
Gobernó al estado durante una de las etapas de mayor conflicto político y convulsión en materia económica, pero ello no significó ningún impedimento para que pudiera sentar bases firmes para el desarrollo del estado.
Originario del Teúl de González Ortega en cuya región se desempeñó como maestro, fue un hombre de esfuerzo que vivió el rezago del estado, cuya motivación lo impulsó siempre a prepararse para gobernarlo.
Como secretario particular del gobernador José Minero Roque estudió leyes en el entonces Instituto de Ciencias de Zacatecas, en donde se desempeñó siempre con una gran discreción.
Cervantes Corona fue uno de los más importantes desarrolladores del Zacatecas que hoy conocemos, puesto que con su visión, esfuerzo y relaciones públicas, gestionó recursos para construir el boulevard Adolfo López Mateos, la principal vialidad en la entidad.
También durante su gestión administrativa se construyó el edificio de la Cámara de Diputados.
Hombre culto y visionario siempre viajaba a la ciudad de México para gestionar recursos y poder impulsar el desarrollo del estado, haciendo antesalas en distintas dependencias en donde era recibido siempre con afecto.
Don Lupe fue un gran conversador. Siempre procuraba la charla con los amigos, salpicada de anécdotas y de vivencias, pero sobre todo de experiencias.
En alguna ocasión compartió con nosotros algunas de estas anécdotas que compartía con un extraordinario sentido del humor.
Recordaba por ejemplo el gran reto que tuvo para la construcción del boulevard Adolfo López Mateos, debido a que el país atravesaba por una de sus más fuertes crisis económicas, puesto que con el Presidente López Portillo se vivieron fuertes contrastes.
Comentaba que el practicó la “política del queso”.
Cuando llegaba a la ciudad de México llevaba consigo algunos ricos quesos enchilados zacatecanos, que eran las delicias tanto de funcionarios de primer nivel como de algunos de sus colaboradores.
El olor y el sabor de los quesos zacatecanos le abrían las puertas y ello facilitaba también el buen ánimo para escuchar sus preocupaciones y el apoyo que demandaba para el estado que gobernaba.
Fue, indudablemente, un hombre de carácter. Gobernó con mano firme y condujo al estado con estabilidad, luego de las convulsiones, movilizaciones e invasiones que se habían generado durante la administración del general Fernando Pámanes Escobedo (1974-1980).
Cervantes Corona mantuvo intacto el respeto a la investidura de gobernador y supo también escuchar a la oposición, pero no cedió terreno político.
Don Lupe se caracterizó también por su sensibilidad social. El día que tomó posesión como gobernador del estado (8 de septiembre de 1980) no concluyó su discurso, según reseñan los medios de comunicación de la época que cubrieron la toma de protesta.
El rezago social, la pobreza de Zacatecas que conocía, que había visto y vivido, le conmovieron hasta las lágrimas.
Desde el primer día se esforzó por combatirla.
Pero también apoyó a empresarios zacatecanos para que pudieran desarrollarse y generar los empleos que el Zacatecas de aquella época necesitaba. Uno de ellos, sin duda, es el empresario Pablo Reimers.
Tuve el honor de conocer a Don Lupe en 1990 y el placer de largas conversaciones en las que abordábamos el tema de la política nacional y local, por supuesto.
Conocí en Cervantes Corona al hombre sencillo, franco; al hombre culto y ávido lector de la literatura universal; al conocedor de la música, al inteligente conversador que siempre tenía una sonrisa en los labios.
Con el ex gobernador José Guadalupe Cervantes Corona se va también una época de los políticos maduros y formados para gobernar. Se va el político intuitivo y sagaz, cuidador de formas.
El tiempo nos vence a todos y finalmente Don Lupe se quedó en casa bajo los cuidados y la atención de su familia.
Cuando escribo estas líneas me visitan los recuerdos de un hombre con auténtica preocupación por su pueblo, de los pocos que prevalecen en la política local y que, por el bien de los ciudadanos, espero que algunos se mantengan fieles a sus convicciones y compromiso social.
Un fuerte abrazo para Don Lupe, donde quiera que se encuentre.