La protesta desbordó la calle
Escenario de Cambio en Zacatecas
Por Juan Gómez
Este dos de octubre tampoco se olvidará en Zacatecas. Miles de maestros, sindicalistas, estudiantes, amas de casa, obreros, comerciantes e indignados se apoderaron del centro histórico de la capital del estado, de las calles, del ambiente, de los medios de comunicación y de algunas conciencias que rechazan la política y a los políticos; las reformas, la falta de representación en los poderes.
Son miles de ciudadanos que están preocupados, indignados, apesadumbrados, presionados por lo que sucede en el país, por el futuro incierto que cada vez se clava como una puñalada en el pensamiento de muchos mexicanos y mexicanas.
La protesta que escuchamos este dos de octubre no debe ser minimizada por la clase política y gobernante en Zacatecas, sino analizada con detenimiento, con seriedad, con responsabilidad, porque si bien tiene un origen formal en las organizaciones convocantes, también tiene su razón de ser social en el hartazgo sobre el estado de cosas que actualmente se registran en el país y en el estado.
Los que marcharon por las calles zacatecanas bajo la bandera del dos de octubre “no se olvida” y en contra de las reformas educativa y hacendaria, no necesariamente son críticos del régimen o del gobierno. Clasificarlo unívocamente sería una reacción simplista y reaccionaria que se ubicaría en la comodidad del burócrata del poder, sino que se debe tomar en cuenta el escenario de cambio que hoy se evidencia en el estado.
A lo largo de su historia política y social Zacatecas ha vivido distintas etapas de transformación, motivadas por distintos movimientos o acontecimientos que han cimbrado a su sociedad.
En la historia moderna tenemos –no son los únicos, por supuesto- dos movimientos contemporáneos que han marcado sendos cambios en la entidad, como lo fueron los movimientos urbanos y las invasiones de tierra en la década de los 70s, encabezados por universitarios y que después repercutirían en el llamado “asalto a la universidad” en la que se definió el rumbo ideológico de la Máxima Casa de Estudios y su participación en las luchas agrarias.
El otro acontecimiento es sin duda el movimiento de 1998 que encabezó el entonces priista Ricardo Monreal Ávila en la sucesión gubernamental, en la que demandaba consulta a la base en la designación del candidato en su partido, el Revolucionario Institucional, lo que no sucedió y desembocó en su salida de ese organismo político acompañado por un torrente de ciudadanos que inundaron las calles de Zacatecas, y que se estacionó en la alternancia política y el inicio de una crisis política en su partido, de la que emanarían varios desprendimientos en distintos estados del país.
El movimiento “monrealista” de 1998 sería el preámbulo de la llegada de la alternancia a la presidencia de la República en el año 2000, con el arribo a Los Pinos del neopanista Vicente Fox Quezada.
El estado ha sido una especie de “laboratorio político” pero también, punto de partida de algunos cambios que se han registrado en nuestro México. Lo último que hemos registrado es la incorporación de las candidaturas independientes en los procesos electorales que es, indudablemente, una herramienta valiosa en la democracia mexicana y que alentará la participación de muchos ciudadanos –espero- en las elecciones estatales, que vendrán a refrescar los procesos electorales.
Pero también este tipo de movimientos de participación ciudadana reflejan no solamente el hartazgo o la inconformidad, la protesta o indignación de los zacatecanos, sino también son un botón de muestra de la debilidad de las instituciones estatales, lo cual adquiere una dimensión mucho más profunda desde cualquier punto de vista.
En este contexto cabe mencionar que las instituciones del gobierno local han sido incapaces de contener los índices de inseguridad y violencia que se viven en la actualidad, pese a que fue uno de los compromisos más importantes durante la campaña electoral. El aumento de la violencia traducida en asesinatos, “narcobloqueos”, secuestros y tiroteos, no tienen parangón en la historia del estado.
El estancamiento de la economía nacional y la falta de una obra importante durante la presente administración, ha obligado a los funcionarios públicos a declarar que no se harán obras de relumbrón en el estado, pero tampoco se percibe el beneficio de la obra pública en la generación de empleo y de circulante interno, pero además, se ha generado una exclusión del sector privado zacatecano en la actividad de la construcción y de la proveeduría.
Otro ejemplo de la debilidad institucional es la grabación en la que presuntamente se cooptó a diputados y diputadas para aprobar el Presupuesto de Egresos 2013, pero lejos de iniciar de inmediato una investigación de oficio, se trató de desviar la atención de este hecho bochornoso y solo se reacciona hasta que un grupo de jóvenes agrupados en el movimiento “YoSoy132” interpone una denuncia penal ante la Procuraduría de Justicia del estado, en donde este jueves 03 de octubre, el procurador Arturo Nahle informa a la prensa local que inició esta semana una denuncia de oficio y que solamente se anexará la que recibió este día.
Esta debilidad institucional que hoy se evidencia en Zacatecas debe ser capitalizada por la clase gobernante, para modificar la conducción del estado, sancionar a quienes hayan incurrido en alguna falta administrativa y cambiar a los funcionarios negligentes, incapaces o corruptos.
Pero si lejos de aplicar los cambios al rumbo de la administración y por ende a la conducción del estado, se apuesta al olvido del tema o lo que es peor, se actúa de manera vengativa en contra de los actores, la actual administración será rebasada por una sociedad que ya dio visos de cambio.
Formularía la misma pregunta hecha en otras colaboraciones:
¿Cómo quiere ser recordado este gobierno por los zacatecanos?
Al tiempo.