Código Político
2015, año de reto y transformaciones
Por Juan Gómez
El año que terminó fue de sobresaltos, desengaños y de incertidumbre, en el que transitamos de la promesa a la decepción en materia de desarrollo económico, puesto que la actual administración federal hizo la tarea política al conjuntar las voluntades de los partidos mayoritarios en el Pacto por México, pero fue insuficiente para consolidar un proceso de desarrollo económico.
En el 2015 la perspectiva económica es de reto y desafío ante el comportamiento de nuestra economía doméstica: baja del crudo mexicano en el exterior, depreciación de nuestra moneda hasta sus más bajos niveles históricos, pérdida del empleo y aumento de la mendicidad y pobreza.
Recuerdo que una de las transiciones presidenciales que desató más incertidumbre en la era moderna fue la de José López Portillo, puesto que los rumores de un golpe de Estado de Luis Echeverría Álvarez eran tan fuertes que prácticamente la ciudad de México se paralizó.
En aquel lejano 1976 acababa de llegar a la ciudad de México y cursaba el primer año en la escuela de periodismo Carlos Septién García, cuando las versiones de que el Ejército Mexicano ocuparía el Zócalo eran tan fuertes que muy pocos alumnos acudimos a clases.
Traigo a la memoria esta anécdota social setentera porque en las postrimerías del año recién terminado, las versiones, especulaciones y comentarios en torno a una eventual renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto, acapararon las pláticas en torno a la situación tan complicada que vivimos en el país.
Y es que un caso de desaparición forzada en el estado de Guerrero vino a conflictuar una situación que parecía, desde el punto de vista del manejo político de la imagen y la información, muy controlada.
El Presidente Peña Nieto era considerado a mediados del 2014 como el político latinoamericano más influyente en la región, y el reconocimiento al gran transformador de México le era otorgado incluso por algunos mandatarios en el extranjero y en foros internacionales.
Pero el mal manejo de los casos Tlatlaya en el Estado de México donde fueron ejecutados presuntos delincuentes por soldados del Ejército Mexicano, y la desaparición de 43 normalistas y la muerte de tres más en un tiroteo con elementos de seguridad municipal de de Iguala, Guerrero, marcó el inicio de una crisis de carácter político y de imagen pública nacional e internacional que aún no culmina.
La conjunción de una problemática de carácter político-social con una económica perfilan un escenario crítico en esos órdenes en este año en el que habrá elecciones federales (se renovará la cámara de diputados federal), pero habrá también elecciones para gobernador en los estados de Colima, Campeche, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora y Nuevo León en donde los mandatarios terminan seis años de ejercicio gubernamental.
Sin embargo también habrá elecciones estatales en Guerrero, Michoacán y Baja California, en donde los gobernadores modificaron sendas constituciones locales para empatar las elecciones de su entidad con la federal. También en este año habrá que agregar las elecciones para diputados locales y delegados en el Distrito Federal.
Ese es el mapa electoral con su respectivo período pre electoral y nominación después de candidaturas, que viviremos democráticamente este año, el cual marcará, sin duda, el derrotero de la actual administración y será el preámbulo de las elecciones estatales en Zacatecas en el próximo año.
2015 es un año de reto y transformaciones porque el sistema político actual tendrá que renovarse, deberá cambiar sus reglas y sobre todo su método en el ejercicio del poder, porque hoy gobierna a una sociedad mexicana más exigente en materia de resultados y con una mayor expectativa de libertad.
Es por ello que la transparencia y la rendición de cuentas deberán dejar de ser actos de demagogia pública, para insertarse en el deber ser, en la condición sine qua non de la res pública, de los actos de gobierno.
El otro gran tema es el de la corrupción sin control que hoy vivimos en el país y en los estados, y que además de generar un fuerte gasto en las finanzas públicas, está deteriorando la economía familiar y empresarial de los mexicanos.
Estos cambios que hoy vemos como elemental necesidad en las formas de gobierno de la federación, tendrán que replicarse al resto del país, a las entidades, en donde los gobernadores se han asumido como el otro gran poder que está generando cacicazgos que asfixian a los intentos de democratización de los gobiernos locales, organismos autónomos y entidades públicas en general.
La etapa que hoy vivimos exige una mayor participación de la sociedad en los distintos órdenes, no solamente en las redes sociales en donde ya se observa un cambio importante, sino una mayor presencia actuante y reclamante de los actos de gobierno.
Si la sociedad mexicana en general y la zacatecana en lo particular no se convierte en la principal actora de los cambios en el país, será muy difícil que una clase política decadente y agobiada por los últimos acontecimientos prendan la locomotora del cambio en México.
Al tiempo.