PAOLA COVARRUBIAS
Zacatecas ocupa el séptimo lugar a nivel nacional en abuso sexual infantil. Expertos estiman que cada cinco minutos un niño es violentado sexualmente en el estado, y que cada minuto en México se ataca a un menor.
En México, una de cada cuatro niñas es abusada, mientras que uno de cada 6 niños es abusado. Desafortunadamente, se apunta que nuestro país ocupa el primer lugar en producción y difusión de pornografía infantil.
Vivaldina Jaubert, conferencista y directora general del proyecto artístico multidisciplinario Soñando Mariposas, que tiene como misión prevenir el abuso sexual infantil, declaró durante la conferencia Prevención del abuso sexual infantil que se tiene una red de pedófilos tan instalada que genera millones de pesos, dólares y euros.
Calificó como preocupante que los niños estén siendo violentados y abusados en el núcleo familiar, por lo que es de suma importancia el erradicar la creencia de que “él no es capaz”.
Durante esta conferencia se dieron a conocer algunas secuelas a corto y largo plazo que el abuso sexual podría dejar.
Físicamente el niño o la niña presenta trastornos alimenticios, se altera su ciclo del sueño, etcétera.
En el ámbito emocional tienden a la vergüenza, el miedo, la culpa e, incluso señaló que los menores abusados son más propensos al consumo de alcohol, tabaco y drogas.
A largo plazo, inclusive, pueden desarrollar trastornos psiquiátricos, como esquizofrenia, depresión y trastorno de la personalidad.
Vivaldina Jaubert, mediante un dinámico diálogo, compartió una herramienta vital para la prevención del abuso sexual infantil, que se puede enseñar a muy corta edad.
Se trata del espacio personal, que se divide en tres partes:
Primer espacio personal: sólo entran padres, personas de mucha confianza, que no le generan asco ni desagrado al menor.
Segundo espacio personal: cuando las personas generan desagrado al menor se abre y se aleja al segundo espacio, que se mide con los codos, colocando las manos en el pecho y abriéndolos.
Tercer espacio: se enseña a los niños a que, sin importar quién sea la persona, si ésta le genera disgusto por la forma en la que lo aborda, debe gritar “no, no, no”.
El espacio personal es el que abarca los brazos extendidos, y es en este momento donde se puede salvar al menor de ser víctima de abuso sexual.
En este tenor, mencionó que existen dos tipos de abuso: a través del contacto, es decir, caricias, tocamientos y besos, entre otros, y el abuso sin contacto, que implica obligar al menor a escuchar pláticas inapropiadas, como hacerlos partícipes de grabaciones con contenido sexual.
Agregó que la mayoría de los abusadores es integrante de la familia.