POR: MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Imposible, imposible…
Y cómo cree usted que dejaría a la vera del camino dos temas que vienen como anillo al dedo presidencial. ¿A poco no?
Ahí tiene usted el fiasco del jilguero sibarita Emilio Lozoya Austin que jugueteó y engatusó al dúo justiciero López Obrador-Gertz Manero con tener un chorro de voz para cantar y denunciar incluso a su jefe mayor, el licenciado Enrique Peña Nieto, pero no tiene el chisguete ni pruebas.
Y le dan un mes más para presentar las pruebas que dice tener del destino de los dineros de Odebrecht, pero finalmente lo hospedan, vía prisión preventiva oficiosa, en el Reclusorio Preventivo Norte, al pie del cerro del Chiquihuite.
Y, bueno, bueno, el segundo tema que se alzó como ejemplo de aquél gandaya y farolón del barrio que presume haber sido el primer novio de la contrayente, cuando la dama no lo conoce ni ganas tiene de conocerlo.
De pena ajena. Más allá del rollo de que respeta al fiscal Alejandro Gertz Manero y de asumir que su cuestionado programa Sembrando Vida tiene tamaño de inspiración mundial del que se jacta y restriega en la cara a sus opositores, es evidente que blofea y miente como respira. ¿A poco no?
¿Sabrá Su Alteza Serenísima Andrés Manuel que, desde 2018, existe el Plan de Acción para reducir la deforestación y hacer frente a los efectos del cambio climático en la Amazonía colombiana?
¿Recordará el licenciado presidente que, en la mañanera del 2 de julio de 2020 dijo que “el regreso de este señor (Emilio) Lozoya (Austin) va a significar también un acto de justicia, porque se van a esclarecer muchas cosas?
Lozoya había sido detenido el miércoles 2 de febrero de ese año en exclusiva zona residencial de Málaga, España, y estaba por allanarse a la extradición mediante un acuerdo con el gobierno de la 4T que le daría recepción especial en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México y, de ahí, a su casa no al Reclusorio.
Cuestión de sacudir la memoria en otra pista.
Porque amén de no haber asistido a la COP26, la Cumbre del Clima celebrada en Glasgow, Escocia, ahora se alza como inspirador –vía su programa Sembrando vida—del Acuerdo mundial para poner fin a la deforestación, con el que se busca detener y revertir la deforestación en 2030 con el respaldo de más de 100 países, cuyos presidentes o jefes de Estado representan a más de 85% de los bosques del mundo,
¿Usted le cree al Duce Andrés Manuel? Yo tampoco. Lea usted lo dicho por el Rey del Barrio:
“(…) Ahora que fue el encuentro sobre medio ambiente criticaron que por qué no asistí. Pues estuvo en mi representación, y lo hizo muy bien, Marcelo Ebrard.
“Y no van a reconocerlo, pero ¿qué fue lo más significativo de ese encuentro en la Gran Bretaña? Fue la firma, sí, para sembrar árboles. A ver, para que se enojen, ¿de dónde creen que salió esa idea?, de Sembrando Vida.
“Y un dato adicional, porque también ahí están ¿no?, pendientes, que no había firmado México el programa de reforestación, si el programa lo propusimos nosotros”.
En serio, no se ría. Porque inmediatamente fue desmentido por especialistas, ambientalistas y políticos que saben bastante del tema y refirieron el que sería una fuente que derivó en ese acuerdo al que México llegó en condición de firmante de última hora.
Pero, no contento con ello, seguramente con la experiencia de haber ido a España luego de haber ganado la Presidencia en las urnas, como para reencontrarse con sus ancestros, sumó a sus malquerencias, de la mano de los neoliberales que no pasa ni con aceite de ricino, a reuniones como la de la COP26.
Y refirió: “además, si se busca proteger el medio ambiente lo que hay que hacer es tomar decisiones, actuar, no es discurso. Ya parecen esas cumbres como las de Davos. ¿Se acuerdan de las cumbres de Davos, de los tecnócratas y neoliberales, donde iban a plantear que las reformas estructurales eran la panacea, que el modelo neoliberal nos iba a salvar?
“(…) Entonces, ya basta de hipocresía y de modas, lo que hay que hacer es combatir la desigualdad monstruosa que hay en el mundo, de esto es lo que voy a hablar ahora que voy a la ONU. No voy a llevar el avión presidencial”.
En serio, en serio, lo dijo el licenciado Andrés Manuel López Obrador, el presidente sabelotodo. No se ría porque viene la otra parte de esta telenovela con guion del escritor y DJ Chucho Ramírez; se trata de un capítulo para horario estelar del pillo de cuello blanco que se allanó a la extradición y llegó a México la noche del 17 de julio de 2020 con la oferta de cantar hasta la Traviata si le daban trato de delincuente de pedigrí.
Y he ahí que, pese a las críticas, el licenciado presidente echó campanas a vuelo, con la peregrina idea de que el ex director de Petróleos Mexicanos le daría información suficiente para que sus amanuenses vomitaran el enésimo rollo hecho libro, aunque éste con posibilidad de convertirse en best seller.
Al Duce le ganó el espíritu justiciero y oportunista, a falta de capacidad o voluntad política para meter a prisión a toda la pléyade de delincuentes de cuello blanco que encontró en todas partes, porque con Lozoya Austin, dijo el 2 de julio del año pasado, “volvemos al ejemplo que ponía en el caso del juzgado. Independientemente del castigo, el ventilar estos asuntos, el que la gente sepa, se socialice la información de cómo era el modus operandi durante el llamado modelo neoliberal, durante los gobiernos neoliberales, cómo era la corrupción, también para lo mismo, para que no se repita”.
Pero fue un fiasco, porque el jilguero sibarita no cantó aquello de lo que Su Alteza Serenísima predecía, y presumía:
“¡Imagínense! –convocó ese 2 de julio–. En este caso sobornos para entrega de obras, sobornos para someter a legisladores, sobornos para comprar a todo el que se dejaba y a costillas del erario”.
Y adelantó:
“Sólo la compra de la planta del fertilizante, de acuerdo a avalúos, se pagó con un sobreprecio de alrededor de 200 millones de dólares. Entonces, ese dinero hay que recuperarlo, 200 millones de dólares, saber qué sucedió y recuperar lo más que se pueda para devolverle al pueblo lo robado. Entonces, es un asunto también muy importante, es poner en el centro la verdad que nos hará libres, la verdad, que no se oculte nada.
“(…) pero también importa mucho el que haya conocimiento de estos hechos, que el pueblo se entere, que ese es otro tribunal importante, el tribunal del pueblo”.
¿De qué nos enteramos los mexicanos que no sepamos? ¿Quiénes están en prisión? ¡Caray!, el Duce Andrés Manuel ha fracasado en la idea, si es que alguna vez la tuvo, de aplicar la ley contra los corruptos recientes. Y se evidencia falaz consumado cuando hace caravana con sombrero ajeno. ¡Se voló la barda! Y su audiencia evitó la carcajada. Digo.