POR: MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Esa es la opinión de personajes políticos que corrieron con Andrés Manuel la ruta de la elección presidencial y el liderazgo del Partido de la Revolución Democrática, al que desmanteló para construir Morena.
¿A quiénes ha traicionado? ¿Con quienes fue desleal?
Mire usted. Entre los 32 ajustes en el gabinetazo ocurridos en 36 meses y medio de gobierno, hay los que obedecieron a ajustes y enroques, pero otros con subrayada decepción del Movimiento al que se subieron convencidos de la pureza democrática de esta corriente híbrida que no alcanza a convertirse en partido y está inmersa en la disputa por el poder.
El ajuste más reciente fue el de Santiago Nieto Castillo, quien se había convertido en el brazo justiciero del Duce y hoy es investigado, junto con su esposa la consejera electoral Carla Humphrey, por la Fiscalía General de la República.
El ciudadano presidente dice que confía en la rectitud de quien fuera el poderoso jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, que obligó a políticos y empresarios, incluso legisladores de casa para que arriaran banderas de oposición y se sujetaran a las nuevas reglas del juego.
Pero, con el antecedente de la forma en que el Duce trata a sus cercanos y leales a su causa, sin duda Santiago Nieto ha preparado una férrea y bien cimentada defensa para no ir a parar a un reclusorio, cuando no la prisión del Altiplano.
Sí, lo acontecido en el gabinetazo, al que renunciaron hombres y mujeres prácticamente al inicio de la administración de la 4T, podría considerarse como algo normal en la estructura gubernamental, pero cuando las renuncias van acompañadas de textos en los que los dimitentes sustentan las causas por las que decidieron bajarse del barco, entonces no es un honor estar con López Obrador.
El primero en renunciar a la Subsecretaría de Turismo fue Santiago Levy, quien denunció que optó por la renuncia una vez que el secretario de Turismo, Miguel Torruco, pretendió obligarlo a realizar actos irregulares. Corrupción.
Luego está el caso del senador Germán Martínez Cázares quien había solicitado licencia al escaño en la Cámara alta para asumir la dirección General del IMSS, cargo al que renunció por “la intromisión de gente de otras áreas del gobierno en los asuntos del Instituto”. Y puntualizó que miembros de la SHCP tienen injerencia perniciosa en el IMSS, porque se busca controlar de forma excesiva el gasto en salud, algo en lo que no se debería escatimar.
A Josefa González Blanco el licenciado presidente le aceptó la renuncia después usar el cargo para detener la salida de un avión dizque por orden presidencial.
Otras renuncias fueron las de Tonatiuh Guillén López como comisionado del Instituto Nacional de Migración, y la de Guillermo García Alcocer a la presidencia de la Comisión Reguladora de Energía.
Pero, la renuncia que, junto con la de Germán Martínez Cázares, evidenció el desastre y la corrupción que existe en la administración del licenciado López Obrador fue la del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien se ha convertido en uno de los principales críticos del gobierno de la 4T, especialmente en materia económica
¿Por qué Urzúa se hartó de Andrés Manuel I si había trabajado con él en la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal? Simple y llanamente porque el licenciado presidente y personajes de su círculo cercano pretendieron controlar a la Secretaría de Hacienda. Un detalle pinta la deslealtad y traición de Su Alteza Serenísima con quien le fue leal: el original del Plan Nacional de Gobierno, elaborado por Urzúa y su equipo, se fue a la basura.
Los casos de Víctor Manuel Toledo y Jaime Cárdenas Gracia, que renunciaron a la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales y a la dirección de eso que llaman Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, respectivamente, se alzan como otros ejemplos de la decepción de lópezobradoristas que enfrentaron a la corrupción que priva en el gobierno federal.
Ambos fueron minimizados por el licenciado presidente en la mañanera, e incluso hasta sujeto de burla con Jaime Cárdenas, quien le documentó los actos de robo y corrupción que encontró en el INDEP. Tuvo miedo, le quedo grande el cargo y no tuvo valor para enfrentar el reto, dijo Andrés Manuel de Jaime.
Por eso, no sorprende la actitud de desdén y menosprecio que ha asumido frente a Ricardo Monreal Ávila, a quien, no cabe duda, traicionó en esta carrera por la sucesión presidencial y juega feamente con los sentimientos de la doctora Claudia Sheinbaum.
Monreal está en el campo de la sucesión presidencial abiertamente, a contracorriente de quienes fueron perversa y ofensivamente llamados “corcholatas”. Institucional, Ricardo Monreal ha respetado al jefe de campaña de Claudia Sheinbaum, amén de insistir en que la nominación del candidato de Morena a la Presidencia de la República sea mediante elección primaria entre los militantes y no por encuesta, una figura desgastada y siempre propensa a la manipulación.
Al inicio de semana, en el diario Reforma se publicó una entrevista realizada a Ricardo Monreal, en la que sostuvo que nunca confrontará al presidente López Obrador, pero tampoco se alejará de sus ideales por un mejor país.
Y, en un mensaje difundido en sus redes sociales, Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la bancada senatorial de Morena, recordó que desde hace casi un cuarto de siglo inició una larga travesía de lucha política con Andrés Manuel López Obrador para transformar las instituciones de la nación.
Sí, una relación que data de hace casi un cuarto de siglo. Por supuesto, Monreal sabe hasta el modo de andar del licenciado López Obrador. Y actúa en consecuencia. “Fue la mejor decisión; nunca confrontaré al presidente ni me alejaré de mis ideales por un mejor país. ¡Viva México!”, exclamó Ricardo Monreal.
¿Y qué en la acera de enfrente?
En la mañanera de inicio de semana, Antonio Baranda, reportero del diario Reforma preguntó a Su Alteza Serenísima acerca de “las declaraciones que hizo el senador de Morena, Monreal, el fin de semana en el sentido de que las ambiciones de los radicales de la 4T rumbo a la sucesión presidencial van a acabar con el país”.
¿Qué opina de esta declaración, presidente?, preguntó Baranda.
El Duce Andrés Manuel se acomodó frente al atril y respondió con la voz cascada por el inminente Covid-19 que lo afectó por segunda ocasión.
–No, nada. Es que es extraño, me sorprende, como dice el maestro Santamaría, he quedado anonadado, el despliegue que hace el Reforma para entrevistar a Ricardo Monreal.
—¿No lo merece, presidente?—insistió Baranda
—Sí, pero el propósito es contrapuntearnos porque así es el Reforma, es el boletín del conservadurismo.
—Pero son declaraciones del senador, que es de su partido, presidente.
—Sí, sí, sí, tiene todo el derecho de expresarse y de manifestarse, y yo también tengo el derecho de no contestar.
—¿No hay radicales en su gobierno, como dice el senador?
—No, no, no. Pero, además, acabo de decir un discurso. Te lo voy a leer para ver si lo reproducen y gano algo en el Reforma, no todo el discurso, nada más un párrafo, por lo del llamado radicalismo (…).
—Entonces, perdón, ¿no hay radicales ni radicalismo en su gobierno, presidente?
—Somos radicales nosotros, por la palabra ‘radical’, viene de ‘raíz’, y nosotros queremos arrancar de raíz al régimen corrupto de injusticias y de privilegios, claro que somos radicales.
Raro que no haya utilizado al dicho de un personaje de la revolución, cacique y gobernador potosino, Gonzalo N. Santos con aquello de que la moral es un arbusto que da moras.
—Lo que advierte el senador son peligros de este radicalismo, presidente, y le leo textual:
‘Los que creen que siendo más radicales pueden obtener el cargo o la posición política que anhelan, allá ellos. Se equivocan, porque no va a quedar país para nadie, el aniquilamiento sólo deja destrucción.’
—Pues sí, pues eso lo puede suscribir Reforma.
—¿Usted no?
—No. No, no, no. Esta es la Cuarta Transformación en la historia de México. Ya le dije que ‘radical’ viene de ‘raíz’ y que hay que arrancar de raíz.
(…) Entonces, claro que somos libres, pero aquí no hay medias tintas, aquí luchamos por ideales, por principios, no por cargos, no somos ambiciosos y vulgares.
Y, bueno, no lo aburro con el resto de las declaraciones de Su Alteza Serenísima. El hecho es que su proceder es muestra de, esa sí, su raíz abonada con traiciones y deslealtades. Incluso en su círculo cercano saben que en cualquier momento los puede desconocer. Ricardo Monreal, le decía, lo conoce como a la palma de su mano; en más de dos décadas de qué no se habrá enterado del hacer y andar del licenciado presidente. Conste.