Por Juan Gómez
Director general de Pórtico.MX
Cuando se dio a conocer el comportamiento económico del segundo trimestre del presente año en el que se palpa el derrumbe de nuestra economía, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró en sus habituales conferencias de prensa mañaneras: ya tocamos fondo.
Con esta esta expresión popular, muy arraigada en el México conformista el mandatario mexicano pretende serenar a la población mexicana diciéndole “ya pasó lo peor”, pero no es así, la pesadilla apenas está iniciando.
El pasado 30 de julio el INEGI dio a conocer en su comparación anual, la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto con series desestacionalizadas mostró un retroceso real de -18.9% en el trimestre que comprende los meses de abril, mayo y junio, lo que sienta un precedente histórico negativo de la economía nacional.
En el boletín de la fecha arriba mencionada el INEGI precisa que por actividades económicas el PIB de las Actividades Secundarias cayó -26%; el de las Terciarias -15.6 por ciento y el de las Actividades Primarias -0.3 por ciento.
La actual caída del Producto Interno Bruto de México supera al comportamiento económico de las crisis de 1995 (el “error de diciembre” de 1994) y la de 2009 (La crisis Subprime hipotecaria y en la Bolsa de Valores de los Estados Unidos), lo que es un reflejo parcial del retroceso de la actividad industrial y de servicios a causa de la pandemia del Coronavirus.
El manejo de la crisis económica que hoy resentimos ha sido, por decir lo menos, errática e irresponsable por parte del gobierno federal, debido a que no existe un plan de contingencia para paliarla y tampoco hay una estrategia que proyecte el crecimiento y el repunte.
El presidente está más preocupado en la procuración de sus programas sociales, no por que le ocupe más la atención de los sectores sociales vulnerables, sino por su atención a las elecciones intermedias del próximo año, lo que le permitiría tener mayoría calificada en las cámaras Alta y Baja del país.
López Obrador no pierde el objetivo, es un animal político que va por su presa, sin importar lo que se tenga que sacrificar en el camino, y la ruta está muy delineada.
La frase pronunciada en el sentido de que el informe sobre e comportamiento de la economía ya se veía venir y que la situación financiera “ya tocó fondo” no es más que una estrategia para desestimar la gravedad de la crisis económica y la falla de su administración en su manejo.
Si bien es cierto que la pandemia ha golpeado a las economías de los países en los que se ha propalado, en México el gobierno no ha sido capaz de enfrentarla con responsabilidad y sobre todo con visión de Estado.
Seguramente el lector de esta columna recordará que la debilidad de nuestra economía no está totalmente ligada a las consecuencias de la pandemia, período en el que la actividad económica, industrial y de servicios se ha paralizado en este año a partir del 28 de febrero, sino que el país ya registraba una recesión económica desde el año pasado.
Con el presidente Andrés Manuel López Obrador sucede un comportamiento atípico en el manejo de la economía nacional, puesto que en sexenios anteriores los mandatarios resentían los estragos del endeudamiento y de la debilidad de la paridad Peso-Dólar hasta finales de sus administraciones, pero en la actualidad el preocupante manejo de la economía mexicana se da después del primer año de ejercicio de la actual administración.
Los mexicanos no queremos que al presidente de la República le vaya mal en el manejo de la economía porque nos iría mal a todos, pero es evidente que no existe un plan de reactivación de la economía nacional y menos aún, la existencia de una estrategia fiscal que permita la reactivación de la actividad financiera.
Desde el púlpito de Palacio Nacional el presidente lanza mensajes de control de la pandemia -“ya está domada”- y de conducción de la economía nacional –“ya tocó fondo”- pero la realidad es otra: los casos de Covid 19 siguen una tendencia a la alza y el PIB se desploma históricamente.
Tocar fondo significaría que a partir de este lunes o de este mes, empezaríamos una recuperación progresiva en la generación de empleos, en el comportamiento de las exportaciones, en la productividad de la actividad industrial, en la recuperación de nuestra Moneda, en el fortalecimiento de nuestro poder adquisitivo y en la reducción de la inflación, pero no es así.
Solo es una frase presidencial emitida para atemperar el efecto mediático de una realidad, que está muy lejos de mitigar la situación por la que atraviesan millones de mexicanos.
Algunos estiman que para la recuperación económica del país tendrán que pasar por lo menos tres años, tres años perdidos que nos afectarán fuertemente en nuestras expectativas y en nuestra vida cotidiana.
Empero el presidente se ocupará al 100 por ciento de la situación política y no quitará el dedo del renglón para lograr su objetivo de que su partido Morena, logre la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.
Si el presidente dice que “ya tocamos fondo” en la economía que es un desastre, falta “tocar fondo” en el proceso electoral que iniciará a partir de septiembre, en donde los mexicanos sí tienen mucho qué aportar y decidir cuál es el camino que quieren para el país: el autoritarismo presidencial o el equilibrio en el Poder Legislativo, desde donde sí se puede contener los excesos del poder en turno.
Al tiempo.