La desesperación se apoderó el miércoles de las islas filipinas devastadas por el tifón Haiyan y algunos sobrevivientes atemorizados por el retraso en la llegada de suministros básicos desenterraron tuberías de agua y protagonizaron violentos saqueos de alimentos que dejaron víctimas fatales.
Cinco días después de que una de las tormentas más fuertes de las que haya registro arrasó ciudades y pueblos en el centro de Filipinas, el enojo y la frustración aumentaban el miércoles debido a que los suministros vitales disminuían. Algunos sobrevivientes portaban carteles que decían “Ayúdenme”.
La controversia surgió también sobre el número de muertos.
El presidente Benigno Aquino sostuvo que las autoridades locales habían exagerado la cifra de muertos, diciendo que estaba más cerca de 2.000 ó 2.500 que de los 10.000 estimados previamente. Sus comentarios, sin embargo, generaron escepticismo entre trabajadores de ayuda humanitaria.
Algunas áreas parecían estar cerca de la anarquía. El canal de televisión ANC dijo que las fuerzas de seguridad habían intercambiado disparos con hombres armados en medio de masivos saqueos de alimentos, agua y otros suministros en el pueblo de Abucay, que forma parte de Tacloban, una de las zonas más afectadas por el tifón, en la provincia de Leyte.
Fuentes militares no pudieron confirmar inmediatamente el enfrentamiento.
Ocho personas murieron cuando saqueadores irrumpieron en las reservas de arroz en un almacén del Gobierno en la ciudad de Alangalang, haciendo que parte del edificio colapsara, dijeron las autoridades locales.
Otros saqueadores se las arreglaron para llevarse 33.000 sacos de arroz de un peso de 50 kilos cada uno, dijo Orlan Calayag, administrador de la agencia estatal de granos Autoridad Nacional de Alimentos.
Los saqueadores también asaltaron almacenes propiedad de la compañía de alimentos y bebidas Universal Robina Corp y la farmacéutica United Laboratories en la ciudad arrasada de Palo, en Leyte, junto con un molino de arroz en Jaro, dijo Alfred Li, jefe de la Cámara de Comercio e Industria de Leyte.
El administrador de Tacloban, Tecson John Lim, dijo que el 90 por ciento de la ciudad costera de 220.000 personas había sido destruida, con sólo el 20 por ciento de los residentes recibiendo ayuda. Las casas ahora estaban siendo saqueadas porque los almacenes estaban vacíos, dijo.
“El saqueo no es criminalidad. Es el instinto de conservación”, dijo Lim a Reuters.
Algunos sobrevivientes en Tacloban desenterraron las tuberías de agua, en un intento desesperado por obtener algo para beber.
“Conseguimos nuestra agua de una tubería subterránea que rompimos. No sabemos si es seguro. Tenemos que hervirla. Pero por lo menos tenemos algo”, dijo Christopher Dorano, de 38 años.
“Ha habido una gran cantidad de personas que murió aquí”, agregó.
Miles de desaparecidos reportados
El Gobierno se ha visto superado por la fuerza del tifón, que arrasó grandes zonas de la provincia de Leyte, en la que funcionarios locales dijeron que temían que hubiera 10.000 muertos, muchos ahogados por una ola similar a un tsunami.
“Diez mil creo que es demasiado”, dijo el martes el presidente Aquino, que ha estado a la defensiva por su gestión de la catástrofe, en una entrevista con la cadena CNN. “Hubo cierto drama emocional involucrado en esa estimación”, agregó.
“Esperamos poder contactarnos con unos 29 municipios en los que aún tenemos que establecer cifras, especialmente en lo referente a los desaparecidos, pero hasta el momento 2.000 ó alrededor de 2.500 es el número con el que estamos trabajando en lo que se refiere a muertes”, agregó.
Funcionarios dijeron que Aquino se refirió a muertes estimadas. La cifra oficial de fallecidos seguía siendo de 2.275 el miércoles, con sólo 84 desaparecidos, un número que los trabajadores asistenciales consideraban demasiado bajo.
“En este momento definitivamente no son 10.000”, dijo el secretario del gabinete Rene Almendras en una rueda de prensa.
“Ha habido un recuento de los cuerpos basado en los muertos que yacían en las calles, pero éste no puede ser preciso porque todavía hay gente enterrada en ciertas áreas, según dicen algunas personas”, agregó.
Las instalaciones médicas estaban desbordadas. Maricel Cruz estaba sentada en un banco en un hospital de Tacloban, meciendo a su bebé de 5 meses en descomposición y envuelto en una chaqueta negra.
El bebé estaba enfermo antes del tifón. Después de la tormenta, la madre buscó medicamentos, pero no encontró. Su pequeño, contó, tuvo convulsiones y murió.
“Nadie nos está ayudando”, dijo Cruz al canal de televisión ABS-CBN.
Más de 670.000 personas quedaron desplazadas por la tormenta y casi el 12 por ciento de la población resultó afectada directamente, dijo Naciones Unidas.
La Organización Mundial de la Salud informó que equipos de Bélgica, Japón, Israel y Noruega habían llegado a Filipinas para montar hospitales de campaña. Y agregó que otros países tenían previsto enviar equipos médicos.