Por Fátima Ivette Gómez Vargas
Hace poco escuché una pregunta que, de primer momento me dio risa. De esa risa nerviosa que no sabes si es porque no sabes la respuesta o es porque la sabes. Y dice así: ¿Recuerdas lo que querías ser de grande cuándo eras niño? ¿Cómo vas con eso?
La risita nerviosa se me fue borrando de los labios. De verdad empecé a preguntarme si mi “yo adulta” se parecía en algo a aquella imagen que mi “yo niña” tenía de mi futuro. Si, en cierta manera. La parte donde tienes la responsabilidad de tu vida y de tu economía; la parte dónde vas y vienes sin pedir permiso, la parte donde tomas decisiones todo el tiempo sí o sí.
Bueno, no andamos tan mal, pensé. Esa parte está cubierta y así es la vida adulta: trabajo, responsabilidades, cuentas que pagar, decisiones que tomar. Peeeero, aparecen las preguntas incómodas que se esconden entre la rutina diaria: ¿Estás contenta con la persona que eres? ¿Te sientes satisfecha con la vida que tienes hoy? ¿Has cumplido algún objetivo últimamente?
Nos enrolamos tanto en el día a día, estamos tan saturados de pendientes, de trabajo, de compromisos, de quehaceres que pocas veces nos detenemos a pensar si el camino que estamos andando está alineado con lo que deseamos realmente.
Entonces ¿Cómo encontrar ese equilibrio entre el deber ser y los deseos personales? Aún no encuentro la receta perfecta, sin embargo, aquí están 3 puntos que me han ayudado a darle la vuelta de tuerca:
La zona de confort está llena de hábitos y rutinas que nos mantienen pedaleando los días.
La oportunidad es ir incluyendo actividades placenteras y satisfactorias, ya sea deportivas, recreativas, lúdicas etc. Esto ayudará a crear el hábito porque formará parte de lo que haces todos los días.
La zona de los retos: formúlate un reto, ya sea mensual, anual o en el periodo de tiempo que mejor te acomode. Ir viendo tus propios logros irá fortaleciendo tu voluntad de hacer e irás tomando mayor conciencia de los beneficios que puedes lograr.
La zona del fracaso: saber que las caídas serán varias y que no puedes evitarlas te dará tranquilidad. Si pensamos que todo siempre irá bien, en el momento del fracaso puedes tirar la toalla y desistir de algo que deberías estar disfrutando. Suena trillado pero solo de los fracasos vienen los mayores aprendizajes.
Si el día de hoy te sientes incómodo con algún aspecto de tu vida, ¡felicidades! Estás a punto tomar decisiones importantes en tu vida que, sin duda, te darán dolores de cabeza y más de una vez dudarás si estás haciendo lo correcto. Pero déjame decirte que simplemente cuestionarte a ti mismo es ya un gran avance. ¡No desistas!
“La vida empieza al final de tu zona de confort. Así que si te estás sintiendo incómodo ahora mismo, es momento de que sepas que el cambio que está sucediendo en tu vida es un principio, no un final”. (Neale Donald Walsch).