Fracaso, una palabra fuerte que no puede tener sino una connotación negativa.
No puede uno tener un tropiezo en la vida porque de lo contrario el entorno te lo estará reclamando. Ten éxito, sé feliz, se bello, sé saludable es lo que vemos en los aparadores de la publicidad que nos empujan a ser personas felices, exitosas y triunfantes en cada paso que damos.
Vivimos presionados por cumplir como personas saludables, atléticas, exitosas, sonrientes, amigables con el medio ambiente, con parejas felices y un largo etcétera que se acumula con las nuevas tendencias que surgen cada vez más a menudo.
Momento. Hagamos una parada en este tren de la vida que va demasiado rápido para decirte algo: FRACASA LO ANTES POSIBLE.
Cuando el fracaso toca a tu puerta tenemos dos opciones: dejarlo entrar y ofrecerle un sillón para que se instale el tiempo que desee ó dejamos que pase, se tome un café en la sala y nos explique la lección que debemos aprender. No tengas miedo de abrir esa puerta y aceptar que te has equivocado o que fallaste en algún aspecto de tu vida. Lo importante es que le invites ese café y dejes que muestre en qué la regaste para poder aprender de la experiencia, por muy amarga que pueda ser.
Fracasar es darte cuenta de qué camino no seguir y eso te abre los ojos hacia el camino que sí debes elegir. Fracasar es sólo un resultado adverso e inesperado ante una situación que se pensaba resultaría de forma contraria. No te define como persona ni define toda tu vida. Por el contrario, asegúrate de intentarlo las veces que sean necesarias hasta obtener el resultado deseado, de lo contrario, estarías fallándote a ti mismo y eso sí que sería un fracaso.