Por Juan Gómez
La generación del ’57 ha vivido muchas crisis en nuestro país y también muchos cambios, le tocó pasar de un México eminentemente rural a otro de urbanización y modernización, pero también le tocaron algunos retos sanitarios que, gracias a los descubrimientos de la ciencia médica se pudieron controlar y erradicar algunos, con el paso del tiempo.
En lo económico nos tocó pasar del “milagro mexicano” al largo período del desarrollo estabilizador con don Antonio Ortiz Mena, quien fue secretario de Hacienda de 1958 a 1970, etapa en la que se fortaleció el Peso Mexicano y se acuñaban aquellas monedas de plata que usábamos en los volados callejeros.
La paridad Peso-Dólar se mantenía inamovible. En la primaria una de las preguntas recurrentes de nuestros maestros era cuestionarnos sobre esa paridad y con cansancio, respondíamos al unísono en el salón de clases: 12.50. Eso era lo que costaba un Dólar.
En la actualidad, en el “nuevo milenio” la sociedad mexicana, los gobiernos, la tecnología, al igual que la economía han cambiado radicalmente, pero hay una nueva pandemia que ha venido a desnudarnos, por decir lo menos, sobre cómo han trabajado los últimos gobiernos bajo las siglas del PRI, PAN y el actual, Morena.
El Coronavirus COVID 19 exhibe las carencias que existen en el sistema de salud público de nuestro país, en el que la falta de equipamiento y de suministros, muestra la gran pobreza del sistema hospitalario gubernamental.
La falta de lo más elemental para la asistencia a pacientes de Coronavirus es un ejemplo de la falta de compromiso social de los gobiernos federal y estatales, quienes no han tenido la provisión y menos la visión, para proveer la suficiencia de recursos para atender a los pacientes en general y a los infectados en lo particular.
Es una vergüenza que ni siquiera cubrebocas adecuados y batas desechables existan, ya no digamos el suficiente personal médico para atender a los pacientes. Ya no hablemos de respiradores y camillas especiales para trasladar a enfermos.
Sería cómico si no fuera trágico decir que el sistema de salud está en terapia intensiva desde hace varias décadas. La falta de buenos administradores le ha dado al traste al sistema de salud de México. Los gobiernos lo han utilizado como un instrumento de saqueo y de enriquecimiento personal, gracias a la opacidad administrativa y a la impunidad gubernamental. Pero ya es demasiado tarde para seguirnos lamentando.
Si el gobierno federal hubiese administrado con ética y eficiencia los recursos económicos de las aportaciones obrero patronales y los presupuestos públicos, el escenario del sistema hospitalario sería uno de los orgullos de los mexicanos, quienes tendrían una atención digna y no la humillación cuando vamos al IMSS o al ISSSTE.
La pandemia también está mostrando el rostro autoritario del actual gobierno y la desinformación de algunos funcionarios que intentan ocultar o minimizar la realidad sanitaria.
Aquellos que se mostraban como los principales críticos y defensores de la libertad de expresión hoy son los represores de quienes disienten de la toma de decisiones del actual gobierno morenista, pero además son quienes violando las libertades laborales, construyen un nuevo escenario mediático no solo para impulsar al nuevo gobierno sino para enterrar a la prensa opositora. ¿Quién iba a decirlo?
La política de comunicación social del actual gobierno es muy simple, emula y perfecciona el control del viejo sistema político mexicano priista que por años cooptó a la prensa. Ahora no solo restringe el presupuesto público para medios (otrora excesivo y oropelesco para los incondicionales) sino que coloca en los puestos de dirección a los periodistas del régimen, expulsa a los anteriores sin respetar sus derechos laborales y construye una hoguera en las redes sociales para sus detractores.
Hay un ingrediente más: descalifica a la prensa que cuestiona sus acciones erráticas y contradictorias y las coloca en dos bolsas: la de la prensa fifí y la de los conservadores. Con eso vacuna sus acciones y somete al linchamiento público con el erario y los recursos públicos a los disidentes mediáticos.
En las conferencias de prensa mañaneras dictadas desde el interior de Palacio Nacional, el presidente López Obrador tiene en primera fila a personajes lisonjeros que le sirven de escalón para ascender en el posicionamiento de sus declaraciones, pero también para atacar a algunos periodistas que no se someten a sus lineamientos. Ahí están “Lord Molécula”, Sandy Aguilera, Bernabé Adame, entre otros, que sirven a la estrategia de alabanza, desviación temática y ataque.
La prensa se regula con la prensa, concluye el presidente López Obrador en este episodio. Es su estrategia.
El nuevo escenario pandémico que vivimos también desnuda el manejo de la economía nacional y el ánimo para dividir al sector privado mexicano, al que se le pasa la charola para que “coopere” con la compra de boletos para la rifa del avión presidencial, pero cuando recibe críticas por no apoyar a las PYMES en su programa económico para contrarrestar las repercusiones del Coronavirus en la economía, el presidente amenaza al sector privado con una lista de “15 grandes empresarios” que deben 50 mil millones de pesos al fisco, recursos que, dice, servirán para apoyar a las pequeñas y medianas empresas.
El presidente no concilia, divide, confronta y ataca. Esa es su estrategia. El escenario de la pandemia por el Coronavirus desnuda esta estrategia presidencial.
Los nuevos momentos que vivimos por el COVID 19 también nos muestra la debilidad del centralismo presidencial. Ya no es viable. El presidente de la República en turno utilizó este recurso para castigar o premiar a sus opositores e incondicionales. Ya no opera. Es necesario un nuevo Pacto Federal más independiente del centralismo federal injusto y represor.
Cuando el presidente Vicente Fox llegó a la presidencia de la República en el año 2000, después de 72 años de predominio priista, los gobernadores se organizaron para contrarrestar el control del nuevo mandato panista y nació la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO).
Hoy algunos mandatarios estatales empiezan a reaccionar y a proponer un nuevo Pacto Federal ante el centralismo e inequitativa distribución del presupuesto público que ha colocado sobre la mesa la pandemia. En este centralismo los gobiernos estatales están a merced de la federación y solo extienden la mano para recibir las ministraciones del centro. Pero lo que les envía la federación es insuficiente para enfrentar la pandemia.
La Cuarta Transformación solo está mostrando la cadena de transmisión del viejo régimen priista concebido un 04 de marzo de 1929 cuando nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR), con su rostro autoritario y su sistema de cooptación clientelar, en un escenario social muy distinto y con una generación muy diferente a la actual.
¿Podrá Morena transitar a la mayoría parlamentaria y estatal en las elecciones del 2021?
¿La pandemia del Coronavirus abrirá los cambios que requiere la sociedad mexicana?
Al tiempo.