ÍNDICE POLÍTICO/ ¿Y si “se da” que Morena pierda en 2030?
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Con soberbia y altanería dignas de mejores causas, la señora Claudia Sheinbaum recién descartó la posibilidad de que en México pueda darse la alternancia partidista en la Presidencia de la República: Morena is forever, pareció decir.
Al comentar los nada sorprendentes resultados de las elecciones chilenas en las que el ultraderechista José Antonio Kast derrotó a la comunista Jeannette Jara –58% de los votos frente al 41% de la candidata del aún mandatario Gabriel Boric–, la inquilina del “Presidente López Obrador” en Palacio Nacional soltó “¡eso no se va a dar en México!”.
Derroche de confianza basada en las encue$tas que, ya sea porque es mujer o porque viste elegantemente, según Donald Trump, incluso porque haya quiénes la compadezcan, le brindan altos márgenes de popularidad, pero no de eficiencia ni de idoneidad en el cargo, pues prácticamente los mismos sondeos la reprueban en todos los órdenes de gobierno.
Lo real, lo palpable, es que el descontento con el régimen de Cuarta… Transformación crece geométricamente mes a mes.
Si las elecciones fueran hoy, como se dice en las mediciones entre la población, quien sea que vaya a ser el candidato del oficialismo en 2030 no contaría con los sufragios de los familiares de las decenas que a diario caen víctimas de la desatada y al parecer incontrolable delincuencia.
Tampoco con los votos de los centenares de miles que han padecido el agravamiento y hasta el deceso de sus seres más próximos por falta de medicamentos, cirugías y hasta curaciones.
Sobra decir que los transportistas que a diario son asaltados en los caminos y carreteras tacharían junto con sus cónyuges e hijos el logotipo de cualquier otro partido distinto al guinda, cansados del cúmulo de promesas vertidas en las “mesas” del gobiernito federal, siempre incumplidas.
¿Y cree usted que los campesinos, agricultores, ganaderos burlados en los mismos espacios de “negociación” –incluya usted aquí los del Legislativo– se formarían ante las casillas para votar para que siga la “transformación” que tanto les ha perjudicado?
¿Y los extorsionados por la delincuencia organizada, lo mismo que por la desorganizada con altos “impuestos que antes no existían”? ¿Votarían por Morena?
Los millones de votos en contra se le acumulan al régimen de Cuarta…, pues hasta las amas de casa y los beneficiarios de los programas electoreros del supuesto bienestar a diario se quejan de que “ya no alcanza” el dinero por la carestía de los productos básicos, “controlados” solo en el papel en el que estampan sus firmas los líderes comerciales y la élite del partido (aún) en el poder.
En esa probable ecuación no descarte usted al factor Trump, quien en pocos meses ha conseguido realinear la política de Chile, Honduras, y consolidar los liderazgos libertarios en Argentina y Ecuador… más lo que se acumule en 2026, que bien podrían ser Venezuela y Colombia.
¿De verdad “eso –la alternancia– no se va a dar en México”, señora?
A menos, claro, que ya tengan listo el “acordeón”… las posibilidades de la derrota de Morena aumentan día a día.
¡Todos son iguales!
Aunque eso de la alternancia ha sido en México una verdadera vacilada. Hemos cambiado de payasos, pero el circo de la corrupción ha agigantado la misma carpa.
Periodistas, académicos y analistas críticos en varias latitudes, coinciden en señalar que el verdadero momento político de alternancia de sistema que se ha vivido en México los últimos 25 años, es el actual: pasamos en 2018 de un sistema institucional, manejado por pasmarotes, a un caprichato de saqueadores de altos vuelos.
Las sustituciones del mando que se dieron en el año 2000 para dar paso al trágico docenato panista, fueron sólo una ilusión mediática. Llegaron a sentarse en la silla presidencial gente de sacristía y escapulario como Vicente Fox y Felipe Calderón, de quienes nunca se supo cuál era la característica que los diferenciaba de los priístas Ernesto Zedillo, de Carlos Salinas de Gortari, o de Miguel de la Madrid. Más de lo mismo, pues.
El desperdicio del “bono democrático” y de las falsas esperanzas con que se activaron las expectativas de la población, al elegir inconscientemente al estulto lenguaraz del Bajío fue de antología, lo mismo que el resultado amafiado de las autoridades electorales, mediante las cuales consiguió el beodo moreliano Calderón, autoimponerse la banda tricolor.
Empero, lo que ha resultado un diseño maquinado para destruir la credibilidad, la confianza y la funcionalidad del sistema político, lo que ha logrado exactamente lo que se propuso AMLO, es el régimen de la llamada 4T, el cual logró lo que quiso desde un principio: llegar al poder para robar y desmantelar. Esta ha sido la “alternancia”.
Nada, nada cambia
Los cuatroteros de la nueva élite conformada por AMLO –sus hijos José Ramón, Andy y Bobby López, para empezar– son los beneficiarios únicos de esa manera de entender la “alternancia”. Muy lejos de sus capacidades e intenciones el abrir nuevas perspectivas, el armar nuevos sistemas de lealtades, ideas más provechosas para la Nación, ilusiones para el porvenir, obras que marquen su paso por la vida.
El sistema político del “bisne” es lo que llegó para querer quedarse. Lo que alucina a las nuevas comaladas políticas –Portes Gil dixit– para “hacerse de mulas Pedro”, lo más rápido, salvaje y cínico que se pueda; solucionar de cuajo sus problemas económicos en varias generaciones. ¡Vaya visión de Estado!
La realidad vil, objetiva, es que el sistema no ha cambiado un ápice, pero el país sí ha perdido la cabeza, el árbitro, el conciliador, la última y poderosa instancia de negociación, el ejecutor mágico de lo que no admite demora ni postergación: la Presidencia de la República. Ésta dejó de existir, a partir de la ignorancia sobre su manejo, como Institución cumbre de un sistema vertical, antes famoso por su eficiencia política.
Independientemente de que no ha cambiado el sistema, lo más lamentable es que nadie ha hecho nada para cambiar el régimen, acartonado y catatónico. La estructura jurídica básica, sigue siendo la que nos legaron Benito Juárez, Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles.
¿Esto es “transformación”?
No han cambiado las instituciones, solo las “transformaron” ¡destruyéndolas! No han cambiado las pautas de conducta de sus gobernantes, sino que su visión de la vida y del mundo es la de hombrecillos proclives a ser gerentitos y limpiabotas de empresarios transnacionales, como los infaustos ejemplos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
No ha cambiado el poder real, este sigue en manos de los narcos y sus lavadores, pero se han perdido los controles, la eficacia de sus interlocutores para atender lo importante y lo urgente. No cambió nuestra ubicación geopolítica, sólo hemos pasado a la cola de los renglones de productividad, distribución del ingreso, competitividad y capacidad de compra, lo mismo que a los primeros lugares en miseria, hambre, educación.
No cambió el desastroso régimen de partidos políticos, sino que estas franquicias se sumieron en un profundo descrédito, fueron absorbidas por la fascinación del dinero público, absolutamente corrompidas y, por lo mismo, libran interminables guerras intestinas en la cúpula de sus dirigencias, lo que sucede principalmente en Morena.
No se abatió la corrupción, no se mejoró un milímetro la seguridad. Sólo creció la irritación social y los factores de inestabilidad, como la guerrilla, el crimen institucionalizado, los ajusticiamientos, las ejecuciones, las desapariciones…
… las vendettas entre mafias, las patentes para ejercer el narco, que han despedazado al país. Sin embargo, lo que parece mentira: el rostro del tráfico de drogas, por dañino que se haya presentado, hoy constituye un salvavidas que surte liquidez a una economía secada y liquidada por ambiciosos trepadores del aparato administrativo.
El engaño mediático y la estulticia real, han masacrado cualquier esperanza. México es dependiente crónico de la desaforada ambición de sus élites, formadas al amparo de las concesiones, regalos en charola de plata, encubrimientos y complicidades con el poder. El gobiernito ya sólo baila al son que ellos le toquen.
Por todo lo anterior, la señora Sheinbaum seguirá creyendo que un cambio de partido en el poder –que no una alternancia– ¿no se dará en 2030?
Nada cambia si nada cambia, porque es bien sabio que si actuamos de la misma forma vamos a tener exactamente los mismos resultados.
Indicios
¿Cuál será el peso político real del empresario abiertamente opositor Ricardo Salinas Pliego en los próximos comicios presidenciales? Ya el PAN le echó el ojo. Y todo indica que Donald Trump también, pues se ha filtrado que fue uno de los invitados especiales que la noche de este jueves ofreció el mandatario estadounidense en la Casa Blanca con motivo de las fiestas navideñas. * * * Por hoy es todo. Reconozco que haya leído estas líneas, como siempre, también, que tenga ¡buenas gracias, muchas, muchas Navidades y hartos Años Nuevos más!…
… y para que su felicidad sea concreta, este Índice Político volverá a publicarse, Dios mediante, hasta el próximo 5 de enero de 2026. ¡Felicidades!




























