La madrugada de este miércoles comenzó oficialmente el otoño, estación que se caracteriza por las tonalidades naranjas y rojizas en el paisaje, las hojas caen y las temperaturas comienzan a descender. Sin embargo, en nosotros también se presentan cambios en nuestro estado de ánimo, es por eso que hay que estar alerta.
A estos padecimientos se les conoce como “Síndrome anual recurrente”, el cual fue definido por Norman Rosenthal, profesor de Psiquiatría clínica de la Universidad de Georgetown (Washington) desde 1981 y su investigación se extendió durante 20 años.
No obstante, esta sintomatología sobre la relación del otoño con el estado de ánimo es conocida y analizada desde la antigüedad. La primera vez que se hizo referencia de la depresión estacional fue con Hipócrates (Corpus Hippocraticum) quien definió la “malevolencia de la bilis negra” la cual, paradójicamente corresponde a la melancolía y al otoño.
La depresión otoñal, también conocida como trastorno afectivo emocional, puede afectar a niños, adolescentes y adultos.
Para conocer más sobre estos este trastorno afectivo estacional, platicamos con la Master en Psicología Clínica Claudia Gómez Vargas de la Universidad de Navarra en España, quien nos explica lo siguiente:
Se calcula que 6 de cada 100 personas padecen depresión otoñal, lo cual significa que no es un trastorno común, pues su aparición depende de diversos factores: la región en la que vives, cuestiones hereditarias y ambientales, la propia biología del cerebro así como enfermedades crónicas, entre otros.
La depresión otoñal, también conocida como trastorno afectivo emocional, puede afectar a niños, adolescentes y adultos. Aunque comúnmente no suele manifestarse antes de los 20 años, es un trastorno que en su mayoría afecta más a las mujeres que a los hombres.
Otro factor es que las personas que viven más cerca de la línea ecuatorial, son las menos propensas a desarrollar este trastorno, puesto que sus días tienen mayor cantidad de horas luz.
La depresión otoñal no es exclusiva de los adultos, también puede presentarse en niños que reúnan características ambientales, psíquicas, hereditarias, incluso alimenticias; sin embargo no es frecuente que presenten cuadros depresivos pues la edad donde se presenta mayor incidencia es a partir de los 20 años.
Existen factores que desencadenan este trastorno afectivo estacional tales como:
- Ambientales: se refiere al entorno, a sus características favorables o no para el desarrollo de la depresión otoñal.
- Hereditarias: los genes influyen en la adquisición o no de enfermedades o trastornos de cualquier tipo. Es decir, una persona que tiene algún pariente depresivo, es más propenso a desarrollar depresión
- Químicos: los químicos del cerebro funcionan de diferente manera en cada persona. Hay quien son más sensible a situaciones como los cambios de luz, y de clima. Estas condiciones naturales provocan cambios en las personas más sensibles. Por ejemplo, el cuerpo en estas épocas produce más melatonina, que es una hormona que hace que nos sintamos desinteresados y con ganas de descansar y dormir. Con la pérdida de luz solar, también disminuye la dopamina, lo que provoca que estemos un poco mas desatentos y desinteresados.
- Emocionales: si bien es una época en la que aumenta la sensibilidad de las personas pues suele ser una época de dar y recibir, muchas personas echan de menos a seres queridos, es una época de reflexión. De hecho, suele haber mayor tasa de suicidios durante las épocas de otoño e invierno.
- Físicos: enfermedades crónicas, degenerativas, autoinmunes, son pretexto suficiente para alterar el estado de ánimo de las personas; además la depresión, ansiedad, desgano, suelen ser algunos síntomas emocionales de estos padecimientos físicos.
- Nutricional: existen personas que por falta de nutrientes experimentan afecciones emocionales. Una buena alimentación, nos asegura tener un estado de ánimo equilibrado y energía suficiente para realizar las actividades diarias.
El desgano, la fatiga, el cansancio, la falta de interés, pueden indicar también alguna otra enfermedad.
Por otra parte, la depresión otoñal, es la combinación de factores tanto biológicos como psicológicos. Una explicación a la depresión otoñal es la variación en los niveles de los neurotransmisores durante esta época. Pues hay gente que tiene mayor sensibilidad a los cambios de estación y de clima.
Por lo anterior, es importante que un profesional de la salud mental sea quien diagnostique el trastorno afectivo estacional, pues algunos síntomas como el desgano, la fatiga, el cansancio, la falta de interés, pueden indicar también alguna otra enfermedad como hipotiroidismo.
Algo característico de esta depresión es que se presenta únicamente en los meses de otoño e invierno, el resto del año se mantiene estable la persona. Los síntomas son muy similares a los de un cuadro depresivo, desesperanza, aumento del apetito en combinación con el aumento de peso (la pérdida de peso es más común con otros cuadros de depresión), el aumento del sueño, menos energía y capacidad para concentrarse, pérdida de interés en el trabajo y otras actividades, movimientos lentos, aislamiento social, tristeza e irritabilidad.
Se debe tomar en cuenta que si no hay un correcto tratamiento, puede convertirse en un cuadro depresivo crónico o prolongado y se llegue a tener ideaciones suicidas.
No obstante, es posible superar la depresión otoñar por medio de terapias, las cuales van desde fármacos, terapias fotovoltaicas para contrarrestar los efectos de la poca luz solar en el día, terapias conductuales, incluso la práctica de algún deporte o actividad tipo terapia ocupacional. Una correcta alimentación y una dieta alta en vitaminas y minerales ayudan a mantener un buen estado de ánimo.