Por Juan Gómez
Director general de Pórtico Online
El dirigente del PRI zacatecano, Roberto Luévano Ruiz, evidenció la grieta en su partido, las divisiones que prevalecen en su interior y sobre todo, las voces que cuestionan al actual liderazgo.
Alejado de los medios de comunicación y en especial de la actividad partidista, el líder del Comité Directivo Estatal priista hizo alusión a los intentos de traición en las filas del tricolor, en donde no prevalece el optimismo electoral para el desenlace del próximo año, cuando se renueven la presidencia de la república, el Senado, el congreso federal y aquí en Zacatecas, los 58 ayuntamientos y el congreso local.
El endurecimiento del discurso frente al gobernador Alejandro Tello es una muestra de las presiones internas en la militancia priista, en donde ya se asoman los cuestionamientos, las inconformidades y sobre todo, el abandono del partido que hoy gobierna en Zacatecas con la membresía prestada.
“Los priistas no traicionamos, los priistas no escuchamos el incongruente canto de las sirenas; el priista nunca se baja como cucaracha al primer vaivén del barco, ni siquiera en zozobra”.
Aquellos a los que llama cucarachas son los mismos que han regresado ahora al congreso o a la administración pública estatal; los que en un momento dado abandonaron el barco tricolor y se fueron con Ricardo Monreal en 1998 al PRD y ahora, muchos de aquellos militantes están de regreso.
Luévano Ruiz afirmó en su discurso “que se vaya quien se tenga que ir, que no lo anuncien, que no lo pregonen… Desterremos el oportunismo ramplón, que se bajan, al primer vaivén de las olas que anuncian tormentas”.
¿Cuál es la razón de este discurso del líder estatal priista? ¿A quién o quiénes van dirigidas estas lapidarias expresiones?
En cambio el mandatario estatal fue más conciliador al mencionar que “es tiempo del diálogo, del consenso y de la propuesta constructiva que nos permita garantizar un avance hacia una verdadera democracia”.
En la pasada asamblea estatal deliberativa y electiva, preparatoria a la XXII Asamblea Nacional Ordinaria del PRI realizada en la sede estatal del tricolor, Tello Cristerna destacó que “hoy más que nunca debemos ser autocríticos y aprender de nuestros errores”.
En los últimos 20 años el priismo zacatecano ha estado inmerso en una serie de cambios traumáticos al interior de su militancia, etapa que se inició con la fractura que protagonizó Ricardo Monreal Ávila, cuando abandonó sus filas al no ser postulado candidato a la gubernatura del estado.
Muchos militantes priistas y dirigentes de este partido lo abandonaron en demanda de una mayor democratización del partido, al exigir una consulta a la base para designar a su candidato en las elecciones de 1998.
Desde entonces el PRI se debilitó fuertemente. Perdió la elección y el PRD gobernó durante 12 años hasta que en el 2010, un ex perredista, Miguel Alonso Reyes, abandonó las filas del Sol Azteca y buscó el cobijo de la entonces líder nacional priista, Beatriz Paredes, para ser postulado como candidato de ese partido y ganar la elección en Zacatecas.
Pero el priismo de viejo cuño no ha estado gobernando al estado, ha sido una especie de híbrido político en el que predominan los intereses y acuerdos del gobernante en turno con la cúpula nacional, lo que ha mantenido en la marginalidad del ejercicio del poder al tricolor en el estado.
En la actual administración de Alejandro Tello Cristerna no hay excepción. Muchos priistas están resentidos porque no participan de la cuota del poder que dicen merecer, puesto que las principales posiciones en el gobierno son ocupadas por personajes ajenos incluso al estado y al Revolucionario Institucional.
En las posiciones mas importantes de la burocracia estatal no destacan las figuras del priismo tradicional, aquél que fue fiel al partido que gobernó al estado por siete décadas y que después se volvió oposición.
El PRI se convirtió en franquicia del gobernador en turno, quien procuró el acuerdo nacional y desplazó a las expresiones locales.
El agotamiento de los partidos políticos y la debilidad en la preferencia electoral que ha mostrado el PRI en los últimos comicios, en los que ha perdido 3 millones de votos aproximadamente, golpean a la otrora disciplina partidaria que le permitió mantener el poder y recuperarlo después de haberlo perdido en las elecciones del año 2000.
La incertidumbre en la viabilidad electoral del 2018 hace mella en la militancia del priismo zacatecano, que cada vez se siente más alejado de la estructura del poder, tanto en la administración estatal como en los puestos de representación popular.
¿A qué priistas llamaría Roberto Luévano Ruiz cucarachas que se bajan del barco en el primer vaivén?
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