En Zacatecas la actividad económica que realizan las personas menores de 15 años en la calle no es un fenómeno ascendente aunque si muy visible, de acuerdo con Luz María Garcés Hernández, responsable del Programa de Prevención, Atención, Detección y Erradicación del Trabajo Infantil Urbano Marginal (Propadetium), del sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en Guadalupe, la población de menores en la calle es variable.
Lo anterior se explica en que no todos los niños que se encuentran en los cruceros son de los municipios conurbados de Guadalupe y Zacatecas, muchos provienen de Ojocaliente, Fresnillo y comunidades, inclusive de otros estados como Michoacán, “trabajan por un tiempo y luego desaparecen”.
La precaria situación económica familiar, la violencia, la falta de afecto, el abandono o la orfandad son las causas que en ocasiones obligan a niños y adolescentes a trabajar o mendigar en las calles.
Los municipios donde se registra con mayor incidencia esta problemática son Guadalupe, Fresnillo, Jalpa y Zacatecas.
Garcés Hernández, comenta que en el 2008, Guadalupe formó parte del Estudio de las 100 Ciudades, que incluía un apartado para conocer la situación del trabajo infantil urbano marginal, en esa ocasión se detectaron 508 niños y niñas trabajando en cruceros, centros comerciales, mercados, estacionamientos, plazas y jardines.
Las actividades a las que se dedican los niños y niñas en Guadalupe son venta ambulante de de chicles, churros y periódicos, empacadores (cerillos), limpiaparabrisas, franeleros, malabaristas, recolección de basura, mendicidad o se alquilan en los tianguis como cargadores, diableros y ayudantes de los puestos.
Algunas labores infantiles entrañan mayor peligro que otras, por ejemplo, dentro de las peores formas de trabajo en la calle se encuentran el transporte de carga pesada, el trabajo en horario nocturno o de madrugada y la actividad laboral realizada en ausencia de medidas de higiene y condiciones de seguridad como en el caso de los pepenadores
Cuando se trata de conocer su condición de vida, los padres o ellos mismos no permiten el contacto, “hemos ido también a visitar el basurero ahí no hemos tenido la oportunidad de entrevistar a los chicos porque en cuanto nos ven llegar corren, se dio a conocer por los encargados que los mismos padres de familia los llevan a trabajar”, menciona la trabajadora social.
Cuando el personal del DIF intercepta a niños y niñas en la calle les realiza una serie de preguntas tendientes a conocer porque trabajan, si van a la escuela, si tienen quien los pueda sostener y dónde viven, algunos responden que no tienen papá, otros que en su familia son muy pobres y tienen la necesidad de trabajar.
“Inmediatamente después de que se tienen datos, se acude a sus domicilios particulares pero en ocasiones no encontramos a los padres de familia porque ellos tienden a no decir la verdad”, explica Garcés Hernández.
Los niños que trabajan dentro de los centros comerciales como cerillos son una población controlada –añade- de alguna forma algunos agarran turno según su tiempo de escuela, por la tarde o por la mañana, además cuentan con permiso de los padres de familia y no corren mucho peligro, esto no implica que este permitido por la ley, subraya.
Una actividad muy lucrativa es la de los limpiaparabrisas, “a nosotras nos ha tocado participar en eso, vamos para ver que se siente, como están y todo, no sé a la mejor porque fuimos mujeres juntamos en un instante buen dinero, es muy redituable”.
Advierte que la presencia de menores en los semáforos puede ser causa de algún accidente, “hay ofensas también de las personas hacia los trabajadores de los cruceros y no nada más ellos peligran también los conductores pueden atropellar a alguien y ahí se implican los dos”.
En otra situación incurren las mujeres que botean con infantes en brazos, “ ocupan para el bote de leche”, esta irregularidad pudiera ser motivo para remitirlas a la autoridades, cuando el DIF las detecta les llama la atención y trata de sensibilizarlas para que dejen de aprovecharse de sus hijos, “inclusive se han soltado en llanto –no, es que no señora mire piense- dicen-, desaparecen y luego las encuentra uno otra vez, más bien ellas ya tienen su cultura de cómo se puede utilizar un niño”.
Un caso aparte es el de los “tragafuegos”, los niños zacatecanos aún no se dedican a esta actividad, se trata de jóvenes que vienen de otros lugares, relata Garcés Hernández, “incluso los entrevistamos ¿y por qué realizas esto? –Porque nos gusta y porque andamos de ciudad en ciudad y conocemos gente y lugares- ellos así se dedican, a ellos si les reditúa su trabajo porque se hospedan en hostales”.
Como ya se mencionó, un factor que propicia la incorporación de más niños a la actividad económica es la violencia intrafamiliar, ya que provoca el abandono de la escuela o el hogar, orillándolos a trabajar o a la mendicidad así como las actividades ilícitas.
“Estamos siguiéndolos e invitándolos a que dejen de trabajar ahí porque corren mucho peligro, consideramos a que son muy susceptibles a luego incluirse en otro tipo de actividades por ejemplo adiciones o invitación a actos ilícitos como robar, venta de drogas o prostitución”.
Dentro de los apoyos que ofrece el DIF para los menores que trabajan en las calles se encuentra una beca escolar de 1600 pesos anuales, si embargo y a diferencia de otros programas sociales, en los que por cierto se ha detectado que personas sin necesidad están inscritas, el apoyo a los niños y niñas de Guadalupe se limita a un número de 50 becas, 30 estatales y 20 federales.
Otro incentivo del ofrece el DIF a las niñas, niños y adolescentes inscritos en su programa es costear, a quienes obtengan mejor promedio escolar, los gastos de un campamento anual que se realiza en alguna playa, regularmente se cuenta solo con 8 o 10 lugares.
Existe un apoyo para los padres de menores trabajadores que quieran terminar su educación básica, además se les incluye en las platicas de “Escuela para Padres” y si hay posibilidades se les apoya para que encuentren empleo, lo cual en tiempos actuales no es fácil y a veces no se consigue.
El DIF ha ofrecido a los menores apoyo con una despensa pero solo van una o dos veces a recogerle, “ellos no se sienten bien con una despensa, una despensa no les va a solucionar su situación de vida, lo malo es que el trabajo de menores en las calles es un problema que yo observo tan complejo como imposible de erradicar”, concluye Garcés Hernández.