El Papa Francisco quiere cambiar el modelo verticalista de la Iglesia católica y para lograrlo comenzó la revisión de estructuras clave del Vaticano junto con un consejo de ocho cardenales.
La primera reunión del grupo, ya bautizado como el “C-8” o el “consejo de la corona”, comenzó la víspera y se extenderá hasta mañana jueves. Las dos sesiones iniciales sirvieron para abrir el debate sobre temas sensibles.
Según refirió a los periodistas el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, el encuentro inició con una breve introducción del Papa y una reflexión de todos los miembros sobre la “eclesiología del Concilio Vaticano II”.
“Eso quiere decir que no se trata de un trabajo puramente organizativo, sobre la eficiencia de la institución, sino que se trata de una reflexión profunda sobre la visión de la Iglesia y la puesta en práctica del Concilio”, indicó.
El sacerdote jesuita reveló que entre los temas tratados destacan la misión de la Iglesia, la relación entre la Santa Sede y los católicos de los diversos países, la Iglesia de los pobres y la responsabilidad de la Iglesia hacia el bien común.
Estableció que, además y en segundo término, se tocaron asuntos relacionados con la reforma de la Curia Romana, aunque no se incluyó entre estos los temas económicos.
Los cardenales, provenientes de diversos países, sesionaron primero en la biblioteca privada del apartamento pontificio en el Palacio Apostólico y después se trasladaron a una sala de la Casa de Santa Marta, la residencia vaticana del Papa.
Los ocho cardenales y un obispo secretario concelebraron el martes y el miércoles la misa con el pontífice en la capilla de Santa Marta. Harán lo mismo el jueves por la mañana. Luego sesionaron en doble turno, por la mañana y por la tarde.
El martes por la tarde se dedicó a un profundo análisis del Sínodo de los Obispos, el organismo de la Iglesia universal que apoya al pontífice en el gobierno de la Iglesia.
Se hicieron propuesta para modificar la estructura y el método de este organismo, algo que permitirá tener decisiones y cambios “en tiempos relativamente cortos”, dijo Lombardi.
Precisó que en ese contexto se analizó también, en general, la pastoral familiar que podría ser el tema de la próxima asamblea del Sínodo, aunque no está definitivamente confirmado.
“Es importante insistir que este es un consejo para el Papa, que no debe hacer documentos para el pueblo de Dios y cuyas sugerencias serán puestas en práctica por el pontífice en sus decisiones ordinarias de gobierno”, añadió.
Sobre el alcance y valor del trabajo del consejo de cardenales, el Papa Francisco se había expresado con claridad en la entrevista publicada el martes por el diario italiano “La Repubblica”.
En ese coloquio reconoció que el camino para cambiar El Vaticano “es largo y difícil”, pero que se debe recorrer “con prudencia, con firmeza y tenacidad”.
“No soy ciertamente Francisco de Asís, no tengo su fuerza o espiritualidad. Pero soy el obispo de Roma y el Papa de la catolicidad”, dijo.
“Decidí, como primera cosa, nombrar un grupo de ocho cardenales que sean mi consejo. No cortesanos sino personas sabias y animadas por los mismos sentimientos míos. Este es el inicio de una Iglesia con organización no sólo verticalista sino también horizontal”, apuntó.