Por Víctor Manuel Chávez Ríos
Cada año cuando se acerca la fecha que da título a este texto me asaltan preguntas a la vuelta de la esquina o en cada guarida del insomnio ¿Dónde quedó la intención de no olvidar a las 146 mártires de la fábrica textil de Nueva York, en 1908? ¿Dónde quedó la intención de las mujeres socialistas para reivindicar la equidad (de cada quien según sus capacidades y a cada quien según sus necesidades) de la mujer? ¿Dónde quedó la lucha por los derechos humanos de las mujeres? ¿Cuándo empezó a frivolizarse esta fecha? Pero no quiero herir susceptibilidades y mejor sería que me quedara con la pura intención de inquisidor que me caracteriza pero se me ocurre traer a la memoria algunos datos que han dado forma esta conmemoración anual.
El 8 de marzo es la fecha en que la sociedad globalizada del siglo XXI conmemora el Día de la Mujer, algunos dirán que se trata de la conmemoración de los derechos de las mujeres. Sin embargo, en ciertos puntos de este planeta lo hacen creyendo que debe ser una celebración alegre y hasta integrada ya al calendario del consumismo. En otras latitudes la conmemoración sirve de motivación para realizar una actualización de los derechos y garantías sociales del sexo femenino. Y entre estos extremos del espectro conmemorativo se pueden identificar diversas maneras de conmemorar y todas pueden ser válidas si son coherentes con el espíritu que las genera.
El origen se aleja suficientemente de ser un motivo para alegrarse o soltar las palomas al vuelo. Lo que sucedió hace 109 años es realmente terrible. El hecho es que el 25 de marzo de 1911 en fábrica de camisas ubicada en Nueva York Triangle Shirtwaist fallecieron 146 trabajadoras en un incendio, unas a causa de las quemaduras, aplastadas por los derrumbes o por asfixia debido la inhalación de humo. Otras se suicidaron al no encontrar una manera de escapar. Una buena parte de ellas eran inmigrantes jóvenes que rondaban los 20 años de edad.
Las muertes se produjeron porque las trabajadoras no pudieron salir del edificio en llamas. Los dueños de la fábrica habían cerrado las puertas de las escaleras y sellado las salidas para evitar robos. Este desastre hizo que se produjeran cambios legislativos importantes en temas laborales y provocó la creación del Sindicato Internacional de Mujeres Trabajadoras Textiles.
Estas mujeres perecieron cuando pudieron sobrevivir al siniestro de haberse aplicado las normas que se aplicaban a fábricas de trabajadores masculinos. Esta tragedia atrajo las miradas de diferentes sectores de la sociedad y evidenció una falta de justicia en el ámbito de los derechos humanos, la situación laboral, doméstica y conyugal de las mujeres.
La primera conmemoración del Día de la mujer se llevó a cabo el 3 de mayo de 1908 en teatro Garrick de la ciudad de chicago, el acto estuvo presidido por las socialistas Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt y era parte de un movimiento de huelguístico de trabajadoras textiles realizado al unísono en Chicago como en Nueva York . El acontecimiento concluyó con una marcha exigiendo mejores salarios, reducción de la jornada laboral y derecho al voto de las mujeres.
Posteriormente En 1909, un 28 de febrero, también en la ciudad de Nueva York, se celebró Día Nacional de la mujer, el evento fue convocado nuevamente por las Mujeres Socialistas a raíz de una declaración del Partido Socialista de los Estados Unidos reivindicando el movimiento de huelga de 1908. El movimiento por los derechos de las mujeres apenas empezaba.
El siguiente año, en agosto de 1910 se realizó la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, y en ella se reiteró la demanda por el sufragio universal para todas las mujeres y se propuso el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta fue avalada por más de 100 mujeres de 17 países que asistían al evento.
Tras haber conocido los primeros hechos históricos, se puede observar que los logros han sido fruto del trabajo y sacrificio de mujeres en aras de lograr una mejor situación social, política, laboral y familiar.
Sin embargo, en esta época de redes sociales y avances tecnológicos no se ha alcanzado totalmente la igualdad de género. Hombres y mujeres tenemos mucho por trabajar y sólo se conseguirá si la sociedad en su conjunto se compromete con el progreso y la justicia. Todos podemos, no solo las mujeres, luchar para que esto suceda. Y los 8 de marzo son una ocasión para tenerlo presente.