Por | Juan Gómez
El pleito en redes sociales entre la “Súper Delegada” y la senadora morenista Soledad Luévano Cantú, más allá del morbo y la riña mediática, refleja el desmoronamiento prematuro de un gobierno no nato y la soledad política y social del gobernador David Monreal Ávila.
A raíz del asesinato del niño Caleb en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe en Fresnillo, Zacatecas, que indignó a los fresnillenses y a un amplio sector del país, la senadora morenista Soledad Luévano Cantú publicó el siguiente comentario en su red social:
Mataron a un niñito en el templo de nuestra Virgen de Guadalupe en Fresnillo y estas fueron las primeras acciones del fiscal:
1. Hacer honores a la bandera.
2. Reunirse a platicar de lo complicada que está la situación. Lejos de donde ocurrieron los hechos.
3. Grabar un vídeo para decir que está haciendo todo lo posible para encontrar a los responsables.
Señor le pido con respeto. Renuncie.
El comentario desató de inmediato distintos comentarios, la gran mayoría cuestionando a la legisladora, puesto que es el partido al que pertenece el gobierno del estado, pero más allá de ello, le mencionan responsabilidad al gobierno de Zacatecas y al federal, por no proteger a los ciudadanos.
Sin embargo hay dos mensajes reveladores de lo que pasa en las entrañas del gobierno morenista zacatecano, el de la súper delegada Veronica Diaz Robles, responsable de los programas sociales en el estado y el de Gerardo Flores, director de Comunicación Social, quien hasta antes de la campaña era su subordinado.
Díaz Robles respondió así al comentario:
Cobardes e inútiles son sus posturas, contadora. Qué fácil es señalar y criticar desde la comodidad de su escaño (que por cierto le fue regalado)
Venga a Zacatecas, coadyuve en la construcción de paz, salga a la calle, platique con la ciudadanía, sea pueblo pues.
¿Es tanta su necesidad de protagonismo que su mejor estrategia es polarizar a una sociedad de por si ya quebrada, asustada, desconfiada?
No sea usted indolente
La senadora Luévano Cantú es un cuadro fidelísimo del senador Ricardo Monreal. Es él quien le regaló la candidatura con la garantía de arribar al Senado, acto al que hace alusión Díaz Robles, su ex cuñada.
Cuando fue gobernador del estado, Ricardo Monreal la designó Oficial Mayor de su administración. Ha sido su fiel subordinada y por tanto, la confidente de sus estrategias y de las acciones políticas en Zacatecas.
Quizá sea un despropósito, pero denostar a la senadora Soledad Luévano, es atacar también al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado. Ella obedece órdenes políticas.
En este escenario de dimes y diretes que parece una discusión de lavadero de vecindad, solo refleja dos cosas: la popularmente llamada súper delegada está sola y desesperada en la lucha contra sus críticos y críticas y además, el gobernador comete el peor error de cálculo al sostener su dependencia con ella.
Ambos, no se han percatado que están solos. Que quien mueve los hilos de la política en el estado también los ha soltado de su mano, pero claro, tiene que cuidar las formas para, al final, decirle a su hermano: siempre te apoyé.
Y si no vean estas frases que suelta durante una entrevista al final de la clausura de la exposición; “Zacatecas, tierra de artistas”, en la vieja casona de Xicoténcat en la Ciudad de México:
Yo le tengo confianza porque lo conozco. Para mi es el hermano mas capaz en política y en sensibilidad y le he ofrecido todo el respaldo institucional y nuestro respaldo como Senado de la Republica, como mayoría”.
No es fondo, es forma.
En la fotografía que publica este domingo El Universal se aprecia lo siguiente: el senador aprieta la mano y mira fijamente a su hermano el gobernador de Zacatecas, pero este esquiva la mirada. Ese es el fondo.
Entre más se acerca el gobernador David Monreal a su ex cuñada, más se aleja del apoyo y de la sombra política de su hermano.
Los hechos están a la vista: las demandas, las estridencias, los escándalos, los rencores convertidos en persecución personal y las descalificaciones mediáticas.
David y Verónica, cada vez están más solos, pero el poder los ciega y obnubila.
En este escenario, la violencia crece, se expande, masacra, descuartiza; entra a las comunidades y expulsa a sus campesinos, cuelga cuerpos en los puentes, en los árboles y lo peor, ya entró a las iglesias, a los templos, a los lugares de oración y sembró la muerte.
¿Se rompieron las lanzas?
Al tiempo.
@juangomezac