Un minuto de silencio es un paseo por la realidad que lo motiva. Es el punto de arranque de la reflexión sobre la realidad que embarga el motivo, siempre de tristeza.
A veces este minuto de silencio lo motiva una partida, un adiós por razones naturales del Alfa y Omega de la vida.
En ocasiones el motivo del minuto de silencio es en recuerdo, en memoria de un pesonaje que dejó un legado para la sociedad, para la historia o la familia.
Este día en la residencia oficial de los Pinos se guardó un minuto de silencio en memoria del periodista Javier Valdez Cárdenas, caído en cumplimiento de su deber el pasado lunes, cuando salía de la redacción del semanario Ríodoce que fundó en Culiacán, Sinaloa.
Javier Valdez Cárdenas es el sexto periodista que muere de forma violenta en este año en nuestro país, que se ha convertido en el lugar más peligroso para ejercer el periodismo y la libertad de expresión.
Pero no es con discursos como se van a detener los crímenes en contra de los periodistas y tampoco con la demagogia oficial.
Es increíble que el propio presidente de la República señale en su intervención que reafirma su compromiso de combatir la impunidad, cuando esta es la que se da precisamente en las instancias del Estado mexicano y en los gobiernos federal, estatal y municipal. Es el colmo.
Y resulta insultante que el presidente se comprometa a la captura de los asesinos de Javier Valdez, cuando el mecanismo de protección a los periodistas está en el abandono, sin funcionar y menos actuar, pero ahora dice que va a fortalecer la estructura y el presupuesto, cuando este año no se asignaron recursos.
Las mismas palabras se han dicho en otros momentos y en otros asesinatos de periodistas en otras latitudes, pero el resultado es el mismo.
Los periodistas estamos solos. Esa es nuestra realidad. Al gobierno, sea federal o estatal no le interesa esa expresión profesional responsable de informar la realidad a la sociedad.
A la clase política y a los gobiernos solo les importa tener el control de los medios de comunicación, ya sea a través de grandes cantidades de dinero, muchas de ellas en la rutina oficial de la discrecionalidad o a través de la presión fiscal o de otro tipo.
La prensa debe agruparse en torno a sí misma, más allá de la competencia por el mercado, más allá del liderazgo que ejerza sobre la opinión pública.
Nadie hará por los periodistas lo que éstos no estén dispuestos a hacer por sí mismos.
Pero hay otro punto que es importante mencionar en este momento: la fortaleza de los periodistas está en la sociedad. Si la sociedad no los apoya, si no los acompaña, entonces sí estarán completamente solos y serán víctimas fáciles de la violencia o del control político y gubernamental.
Se requiere el apoyo de los zacatecanos y de los mexicanos que quieren y valoran la libertad.