La designación del ex secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, desató un segundo Tsunami, pero ahora en contra de la decisión de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la oposición que logró sumar la voluntad de los mexicanos a su favor, para ganar la elección presidencial.
López Obrador ya pasó a la historia de una manera muy diferente a Vicente Fox Quezada, quien fue el primer panista que rompió el hilo antidemocrático de más de 70 años del PRI en el poder.
El líder y dueño de Morena obtuvo el 63 por ciento de os votos, la mayor concentración de la confianza en un solo hombre, en la historia democrática de nuestro país.
Pero ese alto porcentaje de votos que obtuvo el pasado uno de julio los está malbaratando alegremente, aunque algunos dirían que autoritariamente.
Andrés no escucha, no le importa la opinión ciudadana sobre algunas decisiones que está tomando en la designación de quienes virtualmente serán responsables de una secretaría de estado o de una dependencia. No cede y menos aún rectifica.
Recurre a lo que sabe hacer muy bien: descalificar la opinión y desacreditar a quienes las hacen públicas.
Bartlett Díaz es el símbolo del viejo sistema político mexicano que montó el PRI desde la presidencia de la República hasta los sótanos de la guerra sucia; desde la Secretaría de Gobernación hasta el trabajo sucio del espionaje y las ejecuciones extrajudiciales.
El hoy todavía senador de la República por el Partido del Trabajo no solo es responsable del retraso de la alternancia en el poder, por haber ejecutado el fraude de 1988, sino que además ha sido vinculado por la DEA al asesinato de su agente Enrique Camarena Salazar, lo que le significó no poder viajar los Estados Unidos, donde tenía o ¿tiene? Un expediente abierto.
La exposición de Manuel Bartlett al duro cuestionamiento de la opinión pública mexicana resucitó el caso del periodista Manuel Buendía Tellezgirón, asesinado por esbirros del entonces Secretario de Gobernación.
Pero dice el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que es un gran defensor de la Comisión Federal de Electricidad y un hombre de gran experiencia.
¡Vaya experiencia siniestra!