La escritora española Ana María Matute, galardonada con el Premio Cervantes 2010, ha fallecido este miércoles en el Hospital de Barcelona, un mes antes de cumplir los 89 años, tras haber sufrido hace unos días una crisis cardiorrespiratoria, según han informado fuentes editoriales.
A pesar de sus achaques de salud, Matute había estado trabajando prácticamente hasta el final en su nueva novela, “Demonios familiares”, que está previsto que se publique en el mes de septiembre.
Precisamente, las citadas fuentes han indicado que la escritora había “participado muy ilusionada y animada en los planes de publicación de la obra”.
La autora de “Olvidado rey Gudú” era además Premio Nacional de las Letras, ganó el Planeta y el Nadal y escribió obras tan recordadas como “Los hijos muertos”, pero, sobre todo, era una gran fabuladora y escritora de imaginación desbordante.
Considerada como una de las más grandes figuras de la literatura española de postguerra, Matute nació el 26 de julio de 1925 en Barcelona (noreste España), hija de madre castellana y padre catalán.
Con 17 años escribió su primera novela, “Pequeño Teatro”, que no publicó hasta once años después y con la que obtuvo el Premio Planeta en 1954, aunque antes había llegado “Los Abel”, finalista del Nadal en 1947.
En 1952 ganó el Premio Café Gijón por “Fiesta al noroeste”, galardón al que siguieron los Premios Nacional de Literatura Miguel de Cervantes y de la Crítica por “Los hijos muertos” en 1959, mismo año en que consiguió el Nadal por “Primera memoria”.
Era el primer título de una trilogía titulada “Los mercaderes” y que continuaría con “Los soldados lloran de noche” (1963) y “La trampa” (1969).
Fue una época marcada por los problemas familiares. En 1952 se casó con el escritor Eugenio de Goicoechea, con quien tendría dos años después a su único hijo, Juan Pablo, pero la separación llegaría pronto, en 1963, un momento en el que el divorcio era algo impensable y la custodia se otorgaba de manera generalizada al padre.
Durante dos años, la escritora solo podía ver a su hijo los sábados y consiguió recuperar la custodia cuando el niño tenía diez años. Tras superar ese trance, Matute viajó a Estados Unidos, y durante el curso 1965-1966 fue lectora en la Universidad de Indiana, labor que también desempeñó en Oklahoma.
En la Universidad de Boston instituyó la Colección Ana María Matute, a la que cedió sus manuscritos y otros documentos.
A su trayectoria de éxitos sumó en 1965 el Premio Nacional de Literatura Infantil Lazarillo por “El polizón de Ulises” y, en 1969, el Fastenrath de la Academia de la Lengua con “Los soldados lloran de noche”.
En la década de los ochenta fue distinguida con el Premio Nacional de Literatura Infantil por “Sólo un pie descalzo” (1984), tras la cual llegó un largo periodo de silencio motivado por una depresión.
En 1996 fue elegida miembro de la Real Academia Española de la Lengua para ocupar el sillón “K” (vacante de Carmen Conde) e ingresó en esa institución dos años después con el discurso “En el bosque”.
En 2010 fue distinguida con el galardón culminante de su carrera, el Premio Miguel de Cervantes. Lo mereció, según dijo el jurado, por una obra extensa y fecunda que se mueve entre el realismo y “la proyección a lo fantástico” y por poseer “un mundo y un lenguaje propios”.
“San Juan dijo: ‘el que no ama está muerto’ y yo me atrevo a decir: ‘el que no inventa, no vive’”. Así empezó la escritora su discurso de aceptación del Cervantes durante la ceremonia de entrega, celebrada el 27 de abril de 2011 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Un emotivo parlamento en que también reconoció sin rencor alguno: “La Literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas”.