ZACATECAS.- Como un importante aporte en el avance de los derechos de las mujeres, que además sienta un precedente en nuestro país y en el mundo, fue como calificó la activista de los derechos de la mujer, Gladys Acosta Vargas, al documento de la “Convención sobre la Eliminación de Todas la Formas de Discriminación para la Mujer” (CEDAW).
Invitada por la Unidad Académica de Ciencia Política para participar en el marco del Seminario Permanente “Desarrollo y Democracia”, la abogada y socióloga peruana dictó la conferencia “La CEDAW como instrumento de transformación social”.
Adoptada en 1979 por Naciones Unidas, pero con antecedentes en 1975 cuando esta organización lanza el Año Internacional de la Mujer con una Conferencia Mundial celebrada en México, la CEDAW ha sido un “instrumento de transformación”, no solo para Latinoamérica sino para todo el mundo, porque de ahí se generó el primer documento con carácter de tratado internacional que ha colocado los derechos de las mujeres en una “amplia trasformación en todos los ámbitos”, expresó la conferenciante.
Aunque también reconoció que en América Latina “aún a la mujer no se le reconocen algunos derechos”. Como ejemplo de lo anterior puso la disparidad en el pago por empleos en los que la mujer que desempeña el mismo trabajo que el varón recibe menor salario que éste.
Acosta Vargas dijo que la “Convención sobre la Eliminación de Todas la Formas de Discriminación para la Mujer” pretende hacer un llamado a los países que signaron este acuerdo para que se reconozca la autonomía política y toma de decisiones, la autonomía económica, la autonomía física, así como los derechos económicos y sociales de las mujeres.
Afirmó que el aporte de la Convención fue nodal para la modificación de algunos códigos civiles, como el de Perú: En este país la mujer tenía que solicitar el permiso del esposo para poder trabajar; al signar el documento de la CEDAW esto cambió. Pero se hizo “de una manera tramposa”, ya que los legisladores solo reformaron el artículo y no quitaron esa parte discriminatoria, sino las enmendaron de manera que ambos esposos tuvieran que otorgarse permiso para trabajar.
Gladys Acosta insistió en la relevancia de este tratado, a través del cual en los últimos diez años se ha logrado una mayor participación de la mujer en la vida laboral de su país, incrementándose en un 21por ciento en la vida activa. Además, se le reconoció igualdad de condiciones, como el de ser elegida. Y sobre ello comentó que en los cargos de elección popular se está pidiendo que sean la mitad de hombres y la otra de mujeres, lo cual es una cuestión internacional que se observa también en la diplomacia y en la representación de las embajadas.
Sin embargo, reconoció un defecto en el tratado: en él no existe “nada que censure la violencia contra la mujer”. Aparte está a reserva, una cuestión de veto que de los países que signan los pactos internacionales. Aquellos pueden decidir levantar la reserva en uno de sus artículos o en todo el documento, impidiendo que algunos beneficios se vean reflejados de manera contundente a favor de un grupo determinado.