Todavía se escuchan los truenos y el silbido de los juegos pirotécnicos. El humo aún no se disipa de la euforia que generó el resultado electoral presidencial.
No es para menos:
López Obrador ganó en 30 estados. Solo en Nuevo León y Guanajuato fueron para Ricardo Anaya. En 2012 el hoy presidente electo de Morena había ganado únicamente en 8 entidades federativas.
Es el premio a su constancia, a su tenacidad. Es el resultado de la perseverancia a los objetivos que se trazó desde hace 18 años y eso no hay que soslayarlo.
El triunfo Lopezobradorista es similar al de Inacio Lula Da Silva en Brasil, quien con un partido casi marginal, el Partido del Trabajo brasileño, luego de tres intentos logró el triunfo electoral, aunque hoy enfrenta un proceso en prisión por corrupción.
Esta mañana el presidente electo André Manuel López Obrador se entrevistó con el presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, con quien abordó temas de entrega recepción y de la agenda nacional.
Afuera se escucha el ruido de la euforia triunfal.
No es para menos:
Morena tendrá mayoría en el congreso y en el senado de la República.
En el horizonte se ve la hegemonía inicial de un partido político, Morena, que gobernará en los próximos seis años. Los tres primeros tendrá todas las condiciones para posicionar su visión y forma de gobierno.
Los mexicanos votaron por la hegemonía de un partido único, prácticamente sin contrapesos, lo que implica un alto riesgo para la conducción del país, para la democracia y las libertades.
Sin embargo, todavía hay mucho humo de euforia que nos impide ver con claridad el futuro de México en el próximo sexenio que iniciará el próximo uno de diciembre.
Mientras tanto aún resuenan las palabras de Andrés Manuel López Obrador cuando dijo: Quiero pasar a la historia como un buen presidente de México.
Pero aún hay mucho humo de euforia.