El lunes 11 de junio la entonces directora de la Universidad Pedagógica Nacional, Teresa Cabral, denunciaba hostigamiento y violencia de género en contra de su persona para hacerla renunciar a la posición que ostentaba en ese momento en este centro de estudios superiores.
La renuncia personal con carácter de irrevocable de la maestra Teresa Cabral Fernández, a menos de dos meses de haber denunciado las agresiones de las que fue objeto, puso de manifiesto el fracaso de la institucionalidad y de la política de género en el estado, así como el triunfo de un grupo radical que se ha apoderado de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 321 prácticamente desde su fundación.
¿Por qué es un fracaso de la política de género en el estado?
Porque desde el propio cubículo y de la cátedra de la UPN se impulsó el Programa de Estudios de Género, lo cual constituye el ejemplo fehaciente no solo del fracaso, sino de la simulación y contradicción de la política de género en una institución educativa que dedica su cátedra a su estudio, pero que en los hechos el machismo político prevalece sobre el desarrollo y empoderamiento de la mujer.
Pero si la evidente contradicción institucional y de cátedra cae por su propio peso, el colmo es que a la Secretaría de Educación del gobierno del estado la encabeza una mujer que, como se observa, solo se concretó a aceptar la renuncia de su congénere ante las presiones de huelga de hambre y movilizaciones que hizo Víctor Manuel Fernández Andrade “El Grande” para mantener el control en la institución.
El tema va más allá puesto que ante esta situación de violencia de género en la citada institución educativa, el silencio en la Secretaría de la Mujer, la Secretaría General de Gobierno y en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, por cierto, encabezadas por mujeres, es un botón muestra de la debilidad, contradicción, complicidad y falta de convicción de la política de género en el estado.
En este escenario la opacidad institucional también fue evidente. Los presuntos responsables pueden estar tranquilos. El resultado de la auditoría no se dio a conocer y pueden dar por un hecho que no se conocerá. ¿Se hizo? No se sabe.
El conflicto en la UPN Unidad 321 de Zacatecas no termina, no se soluciona. El grupo que controla a la institución dobló a las autoridades y desnudó el fracaso de la política de género que, dicho sea de paso, solo existe en el discurso.