Por Verónica Trujillo
Aquel primero de julio de 2018 Andrés Manuel se convertía en todo un símbolo para este país, a dos años de ese momento histórico lleno de esperanza, volcado en el discurso que durante 18 años de campaña lanzó, en el que prometía tener la respuesta a todos los problemas de México, ese país que nunca hemos conocido, en el que acabaría la corrupción, la inseguridad y habría oportunidades laborales que nos permitiesen vivir mejor, todas estas expresiones y eslogans de campaña no sólo no se cumplieron, sino que además la situación cada día está peor.
A dos años de aquel triunfo, la popularidad de Andrés Manuel ha caído considerablemente. Esta disminución no se ha ido a ningún otro partido, todo lo contrario: quienes componen ese porcentaje desilusionado ya no creen en nadie: ni en los de siempre, ni en los que se decían distintos.
Ahora se hace presente una pandemia que exhibe a un presidente que no toma en serio las dimensiones, con un gabinete que tambien ha sido contradictorio. Somos uno de los países con más muertes en el mundo y lo peor aún está por venir en temas económicos.
Es en estos momentos en los que la pregunta obliga: ¿Dónde están los representantes del pueblo? Y cito textualmente aquella toma de protesta del hoy presidente que dijo: “Ahora nosotros queremos convertir la honestidad y la fraternidad en forma de vida y de gobierno. No se trata de un asunto retórico o propagandístico. Estos postulados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se originó no sólo del fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino tambien por el predominio en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada”.
Sin duda interesante y esperanzador mensaje lanzaba en aquel momento el presidente. A dos años de distancia no estamos mejor: ahora buscan confundirnos, la pobreza es aún mayor. Hoy un reporte de Coneval muestra que el 69.9 millones de mexicanos no tienen para la canasta básica, derivado de la pandemia y aún no termina; no estamos obteniendo los ingresos suficientes para adquirir lo más básico para sobrevivir, alimentarnos ya ni pensar en algo más, pero “vamos bien”, dice el presidente, quien habla por los 30 millones de mexicanos que votaron por él y son felices y tienen bienestar gracias a sus apoyos sociales que por cierto no están llegando a todos.
No les gusta el tono de la prensa que opina distinto, esos que realmente hoy nos hemos convertido en una oposición, ésos que ellos dicen que son conservadores, pagados por los anteriores para señalar que esta cuarta transformación es una vil mentira, y más nuevamente en el peor momento.
Llego al final de esta columna hablando sólo de una persona y del mismo país donde cuesta mucho mantener los registros de los partidos. Es caro el instituto que se supone sirve para legitimar los procesos, pero nuevamente lanzo la pregunta: ¿Dónde está la oposición de México?
A pesar de la crisis de popularidad del presidente, las 15 renuncias de funcionarios de primer nivel pertenecientes al Gabinete Legal y Ampliado del Gobierno de México y las múltiples contradicciones de mensajes y acciones expresadas todos los días en las mañaneras… ¿Dónde está la oposición en México? ¿Existe tal oposición?