Zacatecas. – Para la mayoría de las y los profesores ha sido un gran reto, configurar su quehacer frente a grupo en torno a la “nueva normalidad” que se vive en el mundo entero. Y es que desde hace un año el aprendizaje virtual modificó la vida de alumnos y maestros.
Al inicio de la pandemia, el recibir trabajos estudiantiles implicaba únicamente el correo electrónico, clases reducidas a dos por semana, así como el desafío de conocer a fondo el funcionamiento de plataformas como Zoom, Meet, Teams entre otras, ocasionando un notorio descontrol el cual comenzó a verse reflejado en el desempeño de las y los alumnos.
Carlos Ortega, docente de matemáticas en el colegio Everest explica que, el hecho de saber que no volvería a ver a sus alumnos de manera presencial, le provocó frustración y dificultad para aceptar la nueva realidad, sobre todo por alumnos que estaban a punto de graduarse.
“Yo tengo muy buena comunicación con mis alumnos y sí se vio muy mermada por esta situación, porque profesionalmente no te puedes comunicar con tus alumnos de manera externa más que por un canal de la institución”.
En el presente la mayoría de los estudiantes de educación básica se niegan a encender sus cámaras, por razones de inseguridad ante su aspecto físico y el pánico de ser observados de manera constante, y el temor de mostrar el espacio donde habitan, además de problemas constantes de conexión a internet, lugar e iluminación poco adecuados.
Las estrategias que se han tenido que implementar para mantener la atención de los alumnos cuando estos tienen sus cámaras apagadas, implica pedir la participación constante del grupo, otra manera es, sacarlos de la reunión virtual si es que deciden no acatar la indicación de mantener la cámara encendida.
“Hay situaciones muy extrañas que se han dado en las que alumnos que eran de bajo rendimiento en la clase presencial, durante las clases en línea han mejorado mucho su aprovechamiento, así como lo contrario”.
En ese sentido, Carlos Ortega asegura que la cámara debe mantenerse encendida sólo si es es necesario, debido a los problemas que surgen con el internet cuando es un grupo numeroso, por lo que prefiere dar la indicación de apagar cámaras mientras explica en pizarrón acudiendo al monitoreando de la presencia de las y los estudiantes mediante la participación.
Mencionó que el cuidar a un alumno mediante una cámara es agotador, por lo que se ha optado por modificar el trato que en un inicio era un poco más “paternal”, dándoles libertad sin quitar responsabilidades.
“Esa ha sido la mayor modificación que se ha realizado en cuanto a la relación maestro-alumno, se quita mucho esa paternidad porque no puedes atender situaciones particulares”.
Lo que más se ha visto afectado con las clases en línea ha sido la atención particular que se la da a los alumnos, puesto que no es sencillo atenderos a través de una cámara y el desafío de adecuarse a un nuevo trato sin generar mayor vínculo con ellos.