La firma de Stalin era enérgica, la de Truman fácilmente descifrable, la de Churchill más formal: los autógrafos de estos personajes históricos revelan mucho acerca de sus autores.
Las firmas de estos tres grandes líderes mundiales, grabadas al final de la Segunda Guerra Mundial en el programa de un concierto de orquesta en el marco de la Conferencia de Potsdam, se podrán ver desde este viernes y hasta enero de 2015 en los Archivos Nacionales de Estados Unidos en Washington.
Para esta muestra, los archivos sacaron de sus colecciones más de un centenar de autógrafos de personajes legendarios tan diversos como el primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, o el cantante Michael Jackson.
La pieza sin duda más escalofriante es el acta de matrimonio de Adolf Hitler y Eva Braun, firmada el 29 de abril de 1945, la víspera de su suicidio en Berlín.
En esta acta, incautada por las tropas estadounidenses, se da fe de que Hitler y su novia eran “de ascendencia aria pura” y se pregunta a Eva Braun: “¿Está dispuesta a tomar a nuestro Führer Adolf Hitler como su marido?”.
La firma de Hitler es una especie de garabato torcido y su esposa empezó escribiendo Eva B-, antes de borrar la “B” de su apellido de soltera para escribir “Eva Hitler”. Los confidentes del dictador alemán, Joseph Goebbels y Martin Bormann, estamparon su nombre en calidad de testigos.
“Las firmas nos dicen mucho sobre sus autores y de las circunstancias en las que fueron hechas”, dijo David Ferreiro, archivista de Estados Unidos.
Entre los autógrafos en exhibición están el del presidente durante la Guerra Civil, Abraham Lincoln, que Ferreiro consideró “decidida”, así como de la leyenda de Hollywood, Katharine Hepburn, tildada de “intrépida”.
La exposición pone de manifiesto los giros inesperados de la historia. Una tarjeta de 1989 firmada por Saddam Hussein agradece al nuevo presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush por sus “saludos”, dos años antes de que Estados Unidos atacara a Irak en respuesta a la invasión de Kuwait por parte de Saddam.
También se puede ver la solicitud de un joven Richard Nixon para ser agente del FBI. El entonces recién graduado abogado nunca recibió respuesta, según se le dijo más tarde debido a los recortes presupuestarios en Washington, y terminó volviéndose a California, antes de embarcarse en la carrera política que lo llevaría a la Casa Blanca.
La exposición también muestra un objeto más contemporáneo, una lapicera automática, que permite, por ejemplo, a Barack Obama, primer presidente estadounidense en utilizarlo, firmar documentos cuando está lejos de Washington. El uso de este instrumento provocó sin embargo muchas críticas de sus oponentes políticos republicanos.