El presidente de Mauritania, Mohamed Uld Abdel Aziz, que en los últimos años ha conseguido frenar a los grupos yihadistas que actuaban en el país, es el gran favorito de las presidenciales del sábado, boicoteadas por la oposición.
Este exgeneral llegó al poder con un golpe de Estado en 2008 y en 2009 ganó unas elecciones con un mandato de cinco años. En esa época, el grupo Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) era muy activo en este país del oeste de África, con numerosos atentados y secuestros.
Cinco años más tarde, el país es casi un remanso de paz dentro del Sahel, una región desestabilizada por las crisis de Malí y Libia. Según el presidente, es el resultado de “la reorganización de la capacidad del ejército y de las fuerzas de seguridad”, con el apoyo de Francia, su antigua metrópoli.
En 2010 y 2011, el ejército de Mauritania llevó a cabo con éxito ataques “preventivos” contra bases de AQMI en el norte de Malí, desde donde esta rama de Al Qaida preparaba y lanzaba operaciones en el territorio mauritano.
Aziz, que también preside la Unión Africana hasta 2015, está muy implicado en la resolución de la crisis en Malí, donde el pasado 23 de mayo consiguió negociar un alto el fuego entre los grupos rebeldes y el ejército tras nuevos combates en Kidal (noreste de Malí).
En el terreno económico, Mauritania, un país en gran parte desértico de 3,8 millones de habitantes situado en la costa del Atlántico, con abundante mineral de hierro y pescado, tuvo en 2013 un crecimiento del 6% y el presidente Aziz asegura haber reducido la inflación a menos del 5%.
Pero sus principales opositores denuncian el carácter “autoritario” de su régimen y pidieron boicotear estas elecciones, que califican de “mascarada electoral”.