Por Víctor Manuel Chavez Ríos
México acaba de festejar el 209 aniversario del inicio de la gesta independentista como si fuera el aniversario de su independencia. Y digo “como si fuera” porque en realidad el festejo de la independencia mexicana debe ser el 27 de septiembre, fecha en la que entró el ejército trigarante, comandado por Agustín de Iturbide, a la ciudad de México en 1821, una epifanía de la unión de los dos bandos novohispanos que se habían enfrentado desde 1810.
Es necesario no perder de vista los acontecimientos que llevaron a esta entrada triunfal del ejército de las tres garantías (blanco-religión, verde-independencia y rojo-unión) que congregaron a los novohispanos para lograr la independencia después de diez años de división y enfrentamiento, aunque la lucha armada cada vez era más esporádica y localizada (solamente en el sureste) el anhelo de independencia se fortalecía desde los primeros meses del 1821.
Agustín de Iturbide inició la el proceso para llegar a un acuerdo entre Insurgentes y Realistas al mandar una carta a Vicente Guerrero, el diez de enero de 1821, en ella proponía un cese a las hostilidades y el respeto irrestricto a la tropa insurgente. Claro está que eso sucedió después de las infructuosas campañas militares en la región caliente para acabar con los rebeldes que dejaron diezmadas a las huestes realistas por el clima y el desconocimiento de la región.
Guerrero le respondió a Iturbide, el veinte de enero de ese año, con una misiva en la que expresaba sus suspicacias al respecto y categóricamente le aseguraba su incongruencia de sus ofrecimientos de puesto que las tropas realistas seguían atacando las posiciones insurgentes y prueba de ello eran los enfrentamientos registrados entre una carta y otra.
Sin embargo el cuatro de febrero de 1821 Iturbide ordenó un cese al fuego total en la región y mando una segunda carta a Vicente Guerrero proponiéndole una reunión para suscribir a un pacto de paz. La reunión de ambos bandos inicio el diez de febrero en Tepecuacuilco, Vicente Guerrero fue el primero en llegar a la conformación de la columna militar, ese día, mientras que Iturbide lo hizo hasta el 13 de ese mes y año, este encuentro es conocido como el abrazo de Acatempan, por el pueblo donde se realizó.
Desde ese día, ambos líderes entablaron conversaciones con el objetivo de lograr la unificación de los dos ejércitos, pero sobre todo lograr puntos de acuerdo sobre lo que podía unirlos y dirimir lo que los separaba. El resultado fue la elaboración y firma, el 24 de febrero de 1821, del Plan de Iguala que conformaba el ejército y la bandera Trigarantes, la primera bandera del país surgió, y por eso, ese día es dedicado a homenajear el lábaro patrio.
Desde esa fecha y hasta la entrada del ejército trigarante a la ciudad de México el largo camino estuvo caracterizado por muchas vicisitudes, adhesiones la ejército trigarante, oposiciones tajantes a la unión, integración de jefes militares que paulatinamente solventaban el ejército independentista ahora comandado por el antiguo general realista, quien se movió por las distintas regiones del centro del país en pro de consolidar el movimiento de independencia y acabar con la resistencia, de ya pocos sectores y lugares, al proceso.
El virrey Juan José Ruiz de Apodaca no se quedó con los brazos cruzados, al saber que el comandante del ejército realista, se había convertido de la noche a la mañana el jefe supremo del Ejército Trigarante, trató por todos los medios a su alcance de minimizar los daños que esto le ocasionaba nombrando gente cercana a Iturbide para que lo combatieran y lo aniquilaran. En la mayor parte de los casos no funcionó y los batallones con sus comandantes pasaban a formar parte de la las tropas de unificación.
El proceso fue arduo y duró casi ocho meses durante los cuales Iturbide asumió el liderazgo del ejército trigarante compartiendo el mando con los principales jefes militares de la insurgencia lo cual no fue fácil ni sencillo, cada uno de los caudillos militares tenía su propia noción de la separación de España, que iba desde la autonomía respecto de la metrópoli hasta la independencia total.
El 17 de marzo de 1821 se publicó El Plan de Iguala, Iturbide asistió a una misa celebrada en Celaya, Guanajuato donde juró defender los acuerdos del documento y al mismo tiempo ratifico su fidelidad al rey Fernando séptimo, la promesa parecía paradójica o hasta incongruente pero la seguridad de Iturbide contagió a todos sus correligionarios. La ceremonia persuadió a un sector importante del clero que se integró al movimiento Trigarante.
En julio de de 1821 se anunció la llegada del nuevo virrey, Iturbide desplegó sus informantes para interceptar al personaje que llegaría a sustituir a Apodaca. los intentos lograron su cometido. Agustin de Iturbide interceptó a Juan O´Donoju en la ciudad veracruzana de Córdoba antes que llegara a la Ciudad de México, allí lo convenció que el ejército realista estaba derrotado.
O´Donoju e Iturbide firmaron el 24 de agosto de 1821 un “Acuerdo de paz entre España y México” reconociendo de facto la independencia pero rogándole a Fernando VII viniera a gobernar y de no poder hacerlo se nombrara un notable nacido en la Nueva España para hacerlo en base a las tres garantías de unión: religión, libertad y unión, este documento fue conocido como el tratado de Córdoba.
Ya firmado el documento Iturbide programó la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México el 27 de septiembre, fecha de su cumpleaños. Y así lo realizó, la entrada de las tropas trigarantes fue más que una toma militar una celebración caracterizada, según el historiador Lucas Alamán, “por la concordia y la felicidad de los habitantes de la ciudad”.
La llegada al centro político de la Nueva España para tomar el control total marcó el inicio de la independencia que se expresó en el documento titulado “Acta de independencia de México” signada por Iturbide y O´Donoju el 28 de septiembre de 1821. por supuesto que España no reconoció la independencia hasta el 28 de diciembre de 1836. Durante ese lapso México fue simplemente una región sublevada y trató de recobrarla en dos ocasiones.
La decisión de festejar el 16 en lugar del 27 de septiembre obedece a criterios políticos que tratan de denostar las acciones de Iturbide para lograr la consumación de la independencia, quizá permeados por los anhelos imperiales de Agustín, y por supuesto, olvidar su cumpleaños, todo como parte de la manipulación de la historia en beneficio de los liberales mexicanos decimonónicos en aras de construir un concepto de nación nítido y claro que hasta la fecha no ha podido definirse y mucho menos trabajar por ello. pero sirva la fecha para reflexionar sobre estos asuntos para tener más conciencia de ellos.