Por Juan Gómez
Director general de Pórtico Mx
La violencia en Zacatecas se regodea en los distintos ámbitos de la geografía regional. No solamente es en las partes serranas, en los suburbios marginales, en las comunidades donde sus habitantes empiezan a abandonar sus hogares, sino en las zonas urbanas.
No solamente se están matando entre ellos, como dice la narrativa oficial, sino que han regresado los falsos retenes en donde se secuestra y asesina con total impunidad, sin que las fuerzas armadas, la Policía Estatal o la Guardia Nacional haga algo para evitarlos.
Zacatecas no es solo una parte geográficamente importante por su ubicación territorial, sino que se ha convertido en una especie de santuario para los cárteles de la droga, y por ello, además de otras razones, se ha convertido en tierra disputable.
Las células criminales, por ejemplo, secuestran a policías estatales de San Luis Potosí y los cuelgan en un puente de la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, sin que nadie los moleste. Cierran la circulación para armar su macabro espectáculo y colocar sus narcomantas.
¿Cuál es la respuesta de los gobiernos? Firmar un acuerdo de cooperación, acordar “blindar la zona” y tomarse la foto para los medios y las redes sociales.
Lo mismo pasó después del reciente asesinato de dos paramédicos de Jalisco el pasado 30 de junio, luego de trasladar a una paciente de Huejiquilla El alto, Jalisco a Fresnillo, Zacatecas. El 1 de julio fueron hallados los dos cuerpos con impactos de bala y la ambulancia calcinada.
El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, condenó los hechos y después firmó un acuerdo de cooperación en materia de seguridad para blindar la frontera con Zacatecas. Nada nuevo.
El 01 de mayo de 2015 la entonces Procuradora de Justicia del estado, Leticia Catalina Soto Acosta, dio a conocer el blindaje de seguridad en los municipios de García de la Cadena y Juchipila, por los hechos violentos suscitados en Jalisco en aquella ocasión.
Pero lo mismo ha sucedido con los estados de Durango y Aguascalientes, después de las olas de violencia que se han generado. Nada ha servido para detener la violencia en el estado.
Este sábado 10 de julio la doctora María Esther Talamantes Bañuelos fue asesinada al no detenerse en un falso retén en la carretera Jerez-Valparaíso, a la altura de las comunidades Meza de Carrillo y Villahermosa. La médica radióloga se dirigía a su centro de trabajo por la mañana.
El hecho desbordó los ánimos de estudiantes de medicina de la Universidad Autónoma de Zacatecas y del gremio médico local, quienes organizaron una marcha para demandar seguridad por parte de las autoridades locales y federales.
Apenas tres días previos, el gobernador del estado, Alejandro Tello Cristerna, se había reunido con la Secretaria de Seguridad Pública del gobierno federal, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, en la ciudad de México, a la que le solicitó reforzar la presencia y las acciones de las corporaciones federales en las zonas de mayor violencia en el estado, debido a que las policías estatal y Ministerial, se encuentran al límite de sus capacidades.
A dos meses de que concluya la actual administración priista, en el estado de Zacatecas se vive una de sus más oscuros episodios en materia de inseguridad. Lo que sucede es histórico y nunca se había registrado una etapa como la que actualmente se vive.
La violencia brutal agrede y aniquila a familias, profesionistas, policías, pequeños empresarios; jóvenes y adultos han sido víctimas de la disputa territorial que protagonizan principalmente dos cárteles: Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, pero ahí circundan las acciones de Talibanes, Golfos y Noreste. Escisiones, alianzas y enfrentamientos están a la orden del día.
Este fin de semana el gobernador electo, David Monreal Ávila participó con la ponencia “Nueva gobernanza” en el foro Jóvenes legislando por la transformación, realizado en las instalaciones del Senado de la república, en donde el político fresnillense lamentó brevemente la violencia que afecta a Zacatecas.
En dicho foro manifestó su compromiso de fortalecer la seguridad y acompañar la estrategia nacional de pacificación, debido a que la inseguridad en el estado es en este momento el tema de mayor prioridad.
Mientras la narrativa solo se traduce en fotos, visitas oficiales, boletines de prensa y discursos, la población zacatecana ya llegó a sus máximos niveles de hartazgo social, ante la incapacidad de las fuerzas armadas y policíacas y la debilidad institucional para enfrentar la ola de violencia.
Al tiempo.