“No hay necesidad que me desprecies/ Tú ponte en mi lugar a ver qué harías/ La diferencia entre tú y yo tal vez sería, corazón/ Que yo en tu lugar sí te amaría…” Juan Gabriel
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
SI tiene el pellejo grueso, aletas, pico y cola de pejelagarto… ¡es un canijo pejelagarto!
¡Que todo México se entere!
Juzgue usted, que no le digan, que no le cuenten.
¿Dizque el pinchi huachicol había pasado a mejor vida y que los corruptos asociados con el crimen organizado eran los de antes, los del PRIAN?
Pero, pero…
¿Recuerda usted que, cuando en 1999 el entonces presidente Ernesto Zedillo sacó a militares del cuartel para integrar a la Policía Federal Preventiva, se citó el riesgo de que las Fuerzas Armadas fueran contaminadas por la corrupción y asociadas al crimen organizado?
El futuro nos alcanzó.
Y con tal dinámica que el gran personaje de la esperanza, Su Alteza Serenísima, les entregó tal poder, asociados a la mafia de la 4T, que incurrió en la praxis aludida en septiembre de 2019 cuando criticó a los gobernantes que le antecedieron y demostraron que “no tenían llenadera y robaban mucho”.
El pejelagarto por la boca muere.
Hoy, ante la evidencia de la corrupción y la sociedad perversa en esa delgada frontera en la que se mezclan políticos del oficialismo acomodaticio y capos del crimen organizado, en el gabinetazo de seguridad el discurso grandilocuente reitera, urge, exige, demanda que en tanto no haya denuncia no se investiga y se investigará cuando haya pruebas que sustenten el procedimiento. O sea.
Y, bueno, señoras y señores, resulta que hay un delincuente confeso, el jefe de jefes, el mismo que llegó al poder con la oferta de combatir y desterrar a la impunidad en el gobierno, barrer a la corrupción como a las escaleras: de arriba para abajo.
¿Y?
Falaz, demagogo, encantador de serpientes, seguido por fanáticos, simpatizantes endiosados con su imagen, cautivados y convencidos de su palabra. ¡La pura verdura y punto!
Y no se ría, porfis, pero recuerda esa imagen del licenciado Andrés Manuel López Obrador frente al atril, con sonrisa Colgate, agitando el pañuelito blanco y la declaratoria de que se había acabado la corrupción en su gobierno.
Nada, nada, jóvenes del coro fácil. Y que lo entiendan estos personajes que lo defienden como acto de fe, mártires del Santo Niño Fidencio de Macuspana.
Huelga preguntar a la ingeniera presidenta y al secretario García Harfuch y al fiscal Gertz Manero por qué no investigan al licenciado Andrés Manuel López Obrador, confeso de haber conocido actos delictivos cometidos por militares y marinos, altos mandos por supuesto, como el caso del Huachicol Fiscal y el elemental con trasiego de combustible robado en ductos de la red de Pemex.
No lo defienden, lo encubren porque es delincuente confeso. Por cierto, ¿está a salvo Octavio Romero Oropeza, hoy convertido en zar inmobiliario que más que salvar a Pemex lo hundió en deudas y corrupción cuando fue su director?
Pero…
Sin duda usted ha escuchado o leído el siguiente discurso de quien apenas en vía de cumplir un año en el poder, se jactaba de saber todo.
Y en ese tenor asumió de antemano, curándose en salud, el papel de cómplice y hasta beneficiario de los delitos cometidos por sus hijos, amigos, compadres, hermanos, altos mandos militares, gobernadores y otros etcéteras.
“Se acabó el bandidaje”, se jactó López Obrador en su discurso de aquel sábado 28 de septiembre de 2019 cuando, acompañado por el entonces gobernador de Chihuahua, el demócrata Javier Corral, visitaba al hospital rural de Guachochi.
Le repito lo dicho por el Duce López Obrador; usted tiene la mejor opinión. Juzgue por favor, no se ría, pero tampoco olvide. A saber:
“Nada de que el presidente no sabe, no se enteró, de que el presidente no tiene buenos colaboradores, de que lo engañan. ¡Mentira!, el presidente de México se entera de todo y no hay un negocio jugoso que se haga sin el visto bueno del presidente(…).
“Si hacen una transa grande, grande, es porque el presidente se enteró y es lo mismo en los estados, si hay un negocio jugoso es porque el gobernador lo permitió”.
¿Es o no confesión del licenciado López Obrador de que fue cómplice, encubrió actos de corrupción, como los que hoy han generado un escándalo del que no sale bien librada la Marina Armada de México?
Y la ingeniera presidenta ya no encuentra el mejor método para evitar ese lamentable papel de defensora de oficio de un delincuente confeso, cómplice y hasta beneficiario de los jugosos y multimillonarios negocios hechos bajo el amparo de la impunidad que otorga el poder.
Vaya, vaya.
¿Politiquería, denunciar a Andy López Beltrán?, como calificó la Princesa Caramelo a la denuncia hecha por el diputado federal panista Federico Döring. ¿Por qué no atender la demanda de la oposición legislativa de investigar a Andrés Manuel López Obrador?
¿Por qué?
Por supuesto nadie regatea defender a una institución como es la Marina Armada de México; por supuesto que, como dijo Omar García Harfuch, “el que haya uno, dos o tres elementos que hayan estado involucrados en un lamentable hecho como este: habla bien de la institución, que la propia institución haya participado en la institución, colaborando con la Fiscalía, para llegar a las últimas consecuencias”.
Pero, Andrés Manuel es delincuente confeso y se entiende que su hermano Adán Augusto López Hernández, lo defienda porque él está bajo sospecha de ser el jefe del cártel “La Barredora”.
Veamos, al aún coordinador de los senadores de Morena, se le dijo que piden que se investigue al expresidente López Obrador.
–¡Ah!, no sé quién pida eso… –reparó.
–Pues la oposición… –le acotaron.
–¡Bueeeno!, esos pueden irse de rodillas de aquí a la Basílica, a ver si se les hace el milagro…–respondió Adán Augusto con esa cortesía que le caracteriza cuando aprovecha las grabadoras de los odiosos reporteros.
¡Ajajá!
Sí, éste es el juego que todos jugamos y chinguense los que deban chingarse. Así de claro.
Por eso, adelanta la ingeniera Claudia Sheinbaum Pardo, “la oposición y algunos medios y algunos comentócratas van a criticar lo que sea y van a aprovechar cualquier situación para denostar, pero el pueblo es muy inteligente, la gente es muy inteligente”.
Así que Su Alteza Serenísima puede dormir en paz en La Chingada, sobre todo porque, como advirtió la Princesa Caramelo, “son los mismos que apapachaban a García Luna, que en vez de decir “qué bueno que se actuó, qué bueno que la institución está actuando, qué bueno que hay un caso como este y hay actuación”, no, no, no, ya es buscar denostar.
“Igual que a la administración pasada, al presidente López Obrador, que ese también tiene ganado el corazón del pueblo; ese, por más que le digan lo que le quieran decir, eso no va a cambiar la opinión de la gente.
“La gente sabe que si hubo Programas de Bienestar, que, si hubo obras públicas, estratégicas, como el Tren Maya, el Interoceánico, la refinería, el AIFA, fue porque se sacó dinero de la corrupción y de los privilegios para ponerlos al servicio del pueblo”.
¡Ah, caray! Sépase que esas obras están salpicadas de corrupción con costos inflados que generaron nuevas fortunas, como se ha documentado; falaz, Andrés Manuel endeudó al país.
¿No le parece mensaje de encubrimiento y justificación? ¿Qué opinas Drakko? Digo.
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