Laura Gemma Flores García
CAC-UAZ-172 Teoría, historia e interpretación del Arte
En la Nueva España, como en la edad moderna, todos los actos estaban rodeados de rituales. El factor jurídico tenía su parte también. Por ejemplo, el descubrimiento de las vetas de metales preciosos, básicos y ferrosos no era la excepción. Cuando un buscador de metales lograba dar con algún preciado metal (motivo por el cual se aproximaban a las tierras descubiertas), tenía que proceder a efectuar una “denuncia” oficial. Para que pudieran ser efectiva, la denuncia debía considerar que en mil varas a la redonda no hubiera una sola mina con metales, descubierta o denunciada con anterioridad. El “denuncio” tendría que ser anunciado o pregonado excavando un pozo de acceso de una vara y media de diámetro (la vara castellana media aproximadamente 90 cms.) y diez varas de profundidad. Una vez avalado el registro por el corregidor ante el notario público, el propietario tomaba posesión de la mina mediante un rito que consistía en arrojar piedras hacia el interior del pozo y arrancar pasto alrededor del perímetro. Si el denunciante quería formalizar su descubrimiento, la mina tenía que ser trabajada por cuatro barreteros durante cuatro meses seguidos, so pena de ser considerada en abandono. La primer mina de cualquier real de minas se denominaba “la descubridora”, en torno a la cual se podían abrir varios socavones para completar o ampliar la búsqueda. Para continuar con los trabajos se seguía el curso del filón y se iban sacando trozos de mineral a los que se llamaban “mena”, los cuales eran transportados fuera del socavón por rústicas escaleras que llamaron “muescas” para llevarlas a las haciendas de beneficio. Tanto al interior de la mina como en los patios de beneficio se colocaron nichos de santos o vírgenes para proteger el trabajo de los mineros.
Extraído de: Laura Gemma Flores y Jaime Medina, Evolución y morfología de las haciendas en el partido de Zacatecas, Zacatecas, Texere, 2012.