Sistema penitenciario: Encarcelado en sus propias deficiencias
Geovanna Bañuelos de la Torre
Era la mañana del sábado 16 de mayo de 2007. Zacatecas no salía del estupor y el asombro. La noticia llegó rápidamente a todos los rincones: 53 reos se habían fugado del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Cieneguillas. Tres días después, fueron arraigados 51 custodios. A este acontecimiento, siguieron otros, no de menor importancia: ‘el levantón’ de Fabiola Quiroz Zarate, la primera mujer en dirigir este penal, los motines y riñas, la recurrente inconformidad de los custodios ante los bajos salarios y falta de equipo, el decomiso de drogas y armas hechizas, aunado al reciente hallazgo de un túnel de 15 metros por donde pensaban fugarse algunos reos.
Los anteriores sucesos son el innegable diagnóstico de la recurrente crisis carcelaria; sumado a los vínculos que los internos sostienen con el crimen organizado quien busca tener el control del penal a base de la compra de voluntades y corrupción.
Es obvio que quienes ‘gobiernan’ estás cárceles son aquellos internos de alta peligrosidad que valiéndose de la nula estrategia en las acciones penitenciarias y correctivas hacen de ellas sus centros de operación.
Me llama la atención que Ricardo Ramírez Díaz ex director del penal de Cieneguillas pudiera ser solo un ‘el chivo expiatorio’ y no se erradiquen desde adentro los vicios, omisiones, negligencias y privilegios de algunos. Evidentemente, ello denota otra falla de estrategia en las políticas estatales de seguridad.
En esta ‘universidades del crimen’ donde conviven cotidianamente internos que purgan delitos de diversa índole, no se está cumpliendo con el objetivo de rehabilitar e integrar a la sociedad a aquellas personas que han quebrantado la ley.
En 2012, la coordinadora de proyecto de la Open Society Justice Initiative (OSJI), Ina Zoon, presentó un informe ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sobre los Derechos Humanos de las Personas Privadas de su Libertad en las Américas, el cual critica que “los estados intentan resolver el problema construyendo más cárceles y endureciendo la aplicación del derecho penal que es similar a intentar curar una enfermedad grave con paracetamol”, pues nuestro sistema penal está colapsado y cada año se tendrán que construir una nueva cárcel para 2 mil 500 personas.
Los problemas más arraigados dentro de los presidios son el hacinamiento, la sobrepoblación, carencia de servicios básicos, violencia carcelaria, tortura y falta de control por parte de las autoridades, según la CIDH.
Recordemos que a finales de noviembre de 2013, los penales varonil y femenil de Cieneguillas y Fresnillo, tuvieron una calificación reprobatoria de 4.27 en una escala de 10, según el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por las condiciones de gobernabilidad, falta de garantía por la integridad física y moral de interno, estancia digna y reinserción a la sociedad. Sobre esta calificación, el propio Ombudsman del estado, Arnulfo Joel Correa Chacón, afirmó que los reos son quienes tienen “el control de la vida interna de los penales”.
Previo al hallazgo del túnel el penal de Cieneguillas, el pasado 24 de abril, hubo un hecho trascedente, la manifestación de custodios frente a las oficinas de la Secretaría General de Gobierno. Exigían mejores condiciones laborales y el cese de represalias en su contra por parte de autoridades de seguridad pública. Se estima que actualmente en el Cereso de Cieneguillas hay más de 800 presos y solo 40 custodios, lo que significa un vigilante por 20 internos. ¿Por qué motivo las autoridades no han escuchado estos signos de alarma?
Para ‘tapar el hoyo’, el secretario de Seguridad Pública (SSP), Jesús Pinto Ortiz, informa que se reforzará el penal con 22 nuevos custodios, pero sabemos que estas medidas siguen siendo insuficientes si no se toman en cuenta los puntos anteriormente señalados.
Para el eminente abogado Juan Pablo de Tavira y Noriega, quien fuera director General de Reclusorios del Distrito Federal e impulsor de las reformas penitenciarias de nuestro país, es importante restituir la integridad humana a cada interno, pues las cárceles son auténticos purgatorios donde el recluso es despojado de su dignidad y de sus derechos humanos como lo narra en su libro “A un paso del Infierno” (Editorial Diana, 1988).
Para el criminólogo, ejecutado hace 13 años,los métodos en los presidios son obsoletos y entre carceleros y prisioneros existe una sórdida relación atrapada entre muros y barrotes.
Juan Pablo de Tavira, doctor en derecho penal por la Universidad Complutense de Madrid, escribió: “Digo con infinito desaliento que la cárcel no tiene verdadera solución, siempre será un laberinto de tinieblas. Tal vez un día no habrá más cárceles en el mundo. Ese día, y solamente entonces, el hombre estará verdaderamente cerca de Dios”.