Código Político
Nuestra incipiente democracia
Por Juan Gomez
Director general de Pórtico Online
¿Porqué México sigue siendo un país en el que sus ciudadanos muestran poco interés en elegir a sus representantes y gobernantes?
Es difícil contestar de manera contundente a este cuestionamiento porque son varias las causales que podrían explicarnos por qué los ciudadanos participan poco en los procesos electorales en nuestro país, mientras que en otros la participación es muy alta. Quizá tenga que ver con nuestra historia democrática y de súbditos, pues mucho del carácter del mexicano tiene sus raíces en haber sido un pueblo sometido por una nación extranjera durante más de tres siglos.
Habría que recordar que el México Independiente estuvo caracterizado por la pobreza del naciente Estado Mexicano y por las innumerables revueltas, golpes de mando, revoluciones y traiciones en el panorama gobernante, factores que de ninguna manera impulsaron la democracia sino más bien, fue una lucha por el poder en el que los afanes por un gobierno monárquico llenaron las expectativas de un sector conservador de la clase política nacional.
La Revolución tampoco contribuyó a la democratización del poder sino la apuesta a la fuerza de las armas fue lo que caracterizó a este breve período que rompió con la dictadura porfiriana. Los crímenes y los levantamientos de algunos militares, fue lo que distinguió a esta etapa de nuestra historia, en la que se sentaron las bases de nuestra Constitución, gracias a la Convención que logró reunir a todos los líderes que habían participado en la lucha armada.
Pero la lucha por el poder rompió con lo que se pretendía olvidar y abandonar en el pasado. Nuevamente la ambición provocó los asesinatos como una forma de dirimir las diferencias y de obtener la Presidencia. Pronto se olvidó que la lucha para derrocar a la dictadura de Díaz había sido el factor que reunió a las distintas fuerzas revolucionarias y democráticas. La reelección mostró su ímpetu pero fue cancelada con el magnicidio de Álvaro Obregón, cuando festejaba su triunfo electoral en una comida con diputados guanajuatenses.
¿Dónde están entonces las bases del México democrático?
Plutarco Elías Calles implantó lo que muchos políticos, intelectuales y artistas denominaron acertadamente “el maximato”. El jefe máximo de la Revolución creó el partido y el control de las instituciones públicas, para garantizar el ejercicio y el control del poder. Abrió el poder a los civiles pero bajo su férula, bajo su control y mando.
Sólo un militar pudo llegar y desterrarlo del país para poder gobernar y controlar al incipiente sistema político mexicano: Lázaro Cárdenas del Río, quien entregaría el poder a otro militar, a Manuel Ávila Camacho, quien seguiría el ejemplo de su mentor y jefe político.
El partido fundado por Plutarco Elías Calles gobernaría a México por más de 70 años bajo un control férreo de las instituciones y de lo que llamaron “los sectores sociales”, desde donde se controlaba la política mexicana. Manejar el presupuesto, la burocracia y los sectores, era estratégico para la conducción y continuidad del gobierno.
En realidad, México tiene pocos años en el ejercicio democrático. Casi un siglo bajo un partido de Estado que controlaba a los órganos electorales y dictaminaba los resultados de los comicios, no abonaron a una cultura de participación democrática en nuestro país; al contrario, contribuyeron a la subcultura del fraude y la compra de voluntades ciudadanas mediante dádivas y prebendas, lo que fue adoptado por todos los partidos que se dicen “opositores” al régimen para ganar adeptos, procesos electorales y controlar el poder que les es prestado temporalmente por el nuevo sistema político mexicano que se soporta en los acuerdos de cúpula con las dirigencias partidistas y los poderes fácticos del país.
Los dirigentes de los partidos políticos cayeron en el mismo modus operandi del partido al que combatieron y critican; sucumbieron a la perversión de la democracia y no han podido deslindarse de esas formas de ganar y retener adeptos. No han sido originales en sus instrumentos de convencimiento al electorado.
No existe una línea divisoria entre el ejercicio político de un partido como el PRI y otro opositor. Las pocas diferencias que existen en algunos gobernantes y legisladores, no permiten marcar una constante distinta que permita al ciudadano observar algo diferente en la forma de gobernar o legislar.
Es por ello, en parte, claro, que de 83.6 millones de ciudadanos registrados en el padrón electoral solo votó el 47%, o sea, casi 37 millones de mexicanos acudieron a las urnas a emitir su sufragio el domingo pasado, proporción reprobatoria en un país que se autoelogia de avanzar en sus procesos democráticos.
¿Dónde está el avance en la participación democrática?
En Zacatecas la votación fue muy baja y por debajo de la media nacional al ubicarse en el 45% la votación de un padrón de Un millón 103 mil en la lista nominal, lo que de ninguna manera legitima la representación de los legisladores priistas que representarán a los zacatecanos en el Congreso de la Unión.
Si son concientes de la importancia de la legitimidad social tendrán que ganarse a pulso con el trabajo que realicen en el congreso de San Lázaro, tarea muy difícil para los diputados electos: Benjamín Medrano Quezada, Claudia Edith Anaya Mota, -Francisco Escobedo Villegas y Aracly Guerrero Esquivel.
De acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), la mayoría de las preferencias fueron para el PRI, que obtuvo en general el 33.43 por ciento de los sufragios emitidos en la jornada dominical pasada en tanto que el PRD obtuvo el 13.78 por ciento, seguido del PAN, con el 12.13; PT, 12.70; Morena, 7.80; PVEM, 7.73; Nueva Alianza, 2.65; Encuentro Social, 2.38; Partido Humanista, 1.86; y Movimiento Ciudadano, 1.14. Los votos nulos superaron con mucho a los partidos pequeños y nuevos, al ascender a 4.72 por ciento.
El recuento de votos en el primer Distrito Electoral federal abrió una grieta muy grande en el control gubernamental y partidario sobre los procesos electorales zacatecanos, en los que gobernantes han ganado de manera holgada. El apretado margen de ventaja de poco más de mil votos evidencia la falta de respaldo a un gobierno que vive el Otoño de su período y la pérdida de credibilidad de la ciudadanía, lo que podría ser factor en la elección estatal del próximo año.
¿El factor de candidatura independiente podrá estimular el voto ciudadano en Zacatecas, como sucedió en Nuevo León?
Al tiempo.